Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

jueves, enero 31, 2008

Institutos legionarios laguneros, de luto


Con 87 años de edad a cuestas, ayer miércoles 30 de enero murió en los Estados Unidos el padre Marcial Maciel, fundador de la congregación de origen mexicano denominada “Legionarios de Cristo”. Esta congregación ha tenido particular interés en la educación. El padre Maciel nació en Cotija, en Michoacán, el 20 de marzo de 1920.

“Los Legionarios de Cristo” agrupan unos seiscientos sacerdotes y cuantan asimismo con una asociación de laicos comprometidos, el “Regnum Christi” que se cree agrupa más de 50 mil afiliados.

En la Comarca Lagunera, los legionarios cuentan con los Institutos Alpes y Cumbres, así como una centro de extensión universitaria y posgrado.

Firma solemne de convenio


El alcalde de Torreón explica la importancia del convenio


La presidencia de Lerdo, Durango


Invitados y testigos de honor de la firma del convenio

El día de hoy en punto de las 10.30 horas se llevó a cabo la firma del convenio de asociación de municipios de la Zona Metropolitana de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, ciudades conurbadas de La Laguna.

En noviembre de 2007 los HH. Congresos de los Estados de Coahuila y Durango dieron su anuencia para que se celebrara el convenio, que hoy ha quedado perfeccionado con la firma de las partes interesadas, los alcaldes de las tres ciudades, a saber, el señor José Ángel Hernández Pérez, alcalde de Torreón; el señor José Rebollo Acosta, alcalde de Gómez Palacio, Durango, y el señor Carlos Aguilera Andrade, alcalde de Lerdo, Durango.

La solemne firma del convenio se llevó a cabo en el kiosco de la Plaza de Armas de Lerdo, Durango, frente a la Presidencia Municipal. El alcalde de Matamoros, Coahuila, señor Raúl Onofre Contreras fungió como testigo de honor, máxime cuando el Congreso de Coahuila ya ha autorizado que la ciudad de Matamoros se integre a la zona metropolitana.

Fueron invitados a este evento alcaldes, diputados federales y estatales, representante de la ONU para la región, empresarios, cronistas, y desde luego, los medios de comunicación. En virtud de este convenio, se encuentra autorizado el ejercicio de $250 millones de pesos para beneficio de la nueva Zona Metropolitana de La Laguna. La firma de este convenio posee gran relevancia histórica para nuestra región, pues se trata de una manera de reconocerle un estatus y necesidades especiales, sin que obste el hecho de que La Laguna se encuentre dividida entre dos estados de la Federación.

lunes, enero 28, 2008

La Compañía Metalúrgica de Torreón



Una de las compañías industriales más prósperas en la historia de nuestra ciudad lo fue, sin duda, la Compañía Metalúrgica de Torreón, la cual se fundó cuando nuestra población era apenas una estación del ferrocarril, una pequeña congregación, tres años antes de que fuera elevada al rango de villa.

Esta compañía se fundó en 1890, según el “Álbum de la Paz y el Trabajo”, con un capital inicial de $ 1,250.000.00, que de acuerdo a la escritura pública de 20 de junio de 1900 se aumentó a $ 2,500,000.00 y más tarde a $ 3,500,000.00 en vista del crecimiento de sus operaciones, las cuales demandaban mayor inversión para obtener todo el éxito que finalmente tuvieron. Este éxito fue causa de cuantiosas derramas económicas para los capitales invertidos, al grado de que en diferentes ocasiones se decretaron dividendos hasta de un 25% sobre el monto del capital.

El consejo de administración, en 1910, estaba constituido por un presidente, el señor Ernesto Madero, un vicepresidente, el señor Carlos González, un secretario, el Lic. Praxedis de la Peña, un tesorero, el señor Pedro Torres Saldaña, y seis vocales, los señores Ernesto Madero, Tomás Mendirichaga, Joaquín Serrano, Francisco Frumencio Fuentes, Rómulo Larralde y Marcelino Garza.

La planta de fundición en Torreón tenía (en 1910) ocho hornos con capacidad para fundir en conjunto, cien toneladas diarias de minerales. Producía por entonces mil quinientas toneladas mensuales de plomo de obra que exportaba a Inglaterra para su afinación. Compraba minerales de todas clases pagando los mejores precios. La fundición comenzó a funcionar con cuatro hornos en 1902, y en 1904 ya había duplicado su capacidad.

“El Diario”, en su edición del jueves 25 de octubre de 1906, página siete, primera columna, publicó un artículo que intitulaba “La Compañía Metalúrgica de Torreón”. En este artículo, mencionaba lo siguiente:

“El Consejo de Administración de esta Compañía industrial ha convocado una asamblea general extraordinaria para el día 22 de Noviembre próximo con el fin de discutir y aprobar, si así lo cree conveniente, el aumento de capital a $ 5,000,000.00 por medio de una emisión de 15,000 acciones con valor a la par de $100.00 cada una, de las cuales, 12,500 acciones se ofrecerán a los accionistas de esa Compañía, en proporción a sus representaciones y 2,500 acciones serán cambiadas por igual número de bonos fundadores.

Esta Compañía cuenta actualmente con un capital efectivo completamente pagado de $ 3,500,000.00 representados por 35,000 acciones de a $ 100.00 cada una. Las acciones de esta compañía industrial se cotizan en plaza a $127.00, el año pasado se cotizaron como máximum a $ 175.00 y como mínimum a $ 140.00”.

sábado, enero 26, 2008

Suprema Corte vs. Municipio

Después de dos años de controversia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó el jueves pasado, 24 de enero, contra el alegato del Municipio de Torreón que le permitiría conservar su propio reglamento y órgano de acceso a la información.

Los magistrados de la Suprema Corte resolvieron que no existieron violaciones a la Consitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ni a la del Estado de Coahuila en la sentencia que anteriormente había dictado el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Coahuila. Dicha sentencia determinó la validez de la existencia del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información (ICAI) y declaró inconstitucional el Reglamento Municipal de Transparencia de Torreón.

El jueves 24, los ministros de la Suprema Corte determinaron que no hay invalidez alguna en las acciones previas de los poderes Ejecutivo y Legislativo del Estado de Coahuila. De esta manera, el Instituto Municipal de Transparencia de Torreón ha quedado en entredicho legal.

domingo, enero 20, 2008

Semana de frío


La semana transcurrida ha sido una semana fría, con temperaturas matinales de unos tres grados celsius sobre cero. Algunos días han sido soleados y la sensación de frío se mitiga. Otros han sido nublados y con vientos del norte, lo cual mantiene la percepción del frío durante todo el día.

La mayoría de los hogares laguneros (por no decir que todos) están más o menos equipados para disminuir los rigores del calor veraniego, por medio de los aparatos de aire lavado o los de aire acondicionado (gas). Pero muy pocos, proporcionalmente, lo están para evitar las bajas temperaturas del invierno con un sistema de calefacción digno de tal nombre.

En La Laguna, el frío invernal no es constante, está correlacionado con los desplazamientos de masas de aire del ártico, de Alaska y Siberia. Cuando sopla el norte inviernal, hace frío en Torreón. Cuando la masa de aire helado se agota, más o menos a las 72 horas de su llegada, volvemos al frío habitual, que es muy leve, por lo general matutino. El sol calienta la atmósfera hasta los 20 grados o más, y no vuelve a enfriar sino hasta la madrugada.

A veces sucede que en Torreón colisionan masas de aire tropical cargadas de nubes y humedad, con frentes de aire helado que llega del norte. En esos casos, es casi inevitable que tengamos nieve.

Además del frío, esta semana trajo lo que al parecer es la solución final al problema del distribuidor vial, al oriente de la ciudad. Hace años que hay disputas legales y políticas sobre las circunstancias de su construcción. Finalmente, se inicia su demolición y nueva construcción. Esperamos, por bien de la ciudadanía, que los trabajos de esta obra se agilicen. ¿No se podría llegar a un arreglo por lo que se refiere al llamado “nudo mixteco”? Pareciera que las autoridades se hubieran olvidado de su existencia, pero quienes tenemos que transitar por ahí de manera cotidiana, nos preguntamos ¿hasta cuándo?...

El "moyote" en el habla regional



La cultura torreonense es multicentenaria, la ciudad, no

Desde 1598, el habla lagunera comenzó a ser forjada como una mezcla del hermoso Castellano de Bernal Díaz del Castillo y de Miguel de Cervantes con el Náhuatl de los invictos tlaxcaltecas.

¿Quién no ha escuchado –entre los habitantes de las zonas rurales de La Laguna– pronunciar términos o giros que se antojan sacados de una página del Quijote? El habla de las zonas rurales se mantuvo reacia al cambio, porque estaba menos expuesta a las influencias externas. El habla de la zona metropolitana ha estado mucho más expuesta al cambio, al préstamo cultural, a la evolución al deslizamiento semántico y a la homogenización, debido a la cantidad de influencias foráneas que recibe, particularmente a través de la televisión nacional y extranjera.

Y aunque Torreón recién ha festejado los 100 años de su título de ciudad, ya existía como municipio y villa desde 1893, y como asentamiento humano rural (rancho, hacienda) desde 1850. Sus primeros pobladores fueron recios laguneros, guerreros de abolengo cuyos linajes hispano-tlaxcaltecas procedían de Parras, del Álamo de Parras (Viesca), de Mapimí o de otros lugares cercanos. Algunos historiadores han llamado a esos pobladores “humildes labriegos”. Este es un calificativo lleno de complejos sociales y de ignorancia. Esos “labriegos” estaban muy orgullosos de ser quienes eran, sabían sobrevivir en el desierto, sabían luchar y defenderse de los indios salvajes, sabían reconocer la mudanza de los tiempos de acuerdo a las estaciones, sabían observar a las plantas y brindarles los cuidados que necesitaban para fructificar, y aceptaban entre ellos la vida y la muerte con la solidaridad y el estoicismo dignos del más convencido filósofo romano. La modestia (el que todo lo anterior les pareciera tan normal y cotidiano) era la corona de sus virtudes.

En lo absoluto estoy de acuerdo con aquellos que pretenden devaluar la valía de aquellos francos y orgullosos laguneros que colonizaron Torreón desde sus inicios. El Rancho del Torreón era semejante a la institución israelita que conocemos actualmente como “kibutz. Una granja formada por agricultores-guerreros, con una mano en el arado y la otra en el fusil. ¿Pensamos en los judíos de los kibutzim como “humildes labriegos”?

El asunto es que estos pobladores de vieja estirpe lagunera trajeron con ellos a Torreón, el habla tradicional de la comarca. Muchísimas de estas palabras proceden del Castellano del Siglo de Oro, y otras muchas proceden del Náhuatl.

Una de estas palabras, todavía en amplio uso en la Comarca Lagunera, es la representada por el término “moyote”. Incluso, hay quien cree que se trata de una palabra de invención lagunera. Pero no, la palabra existe en muchas regiones que fueron en parte colonizadas por individuos mesoamericanos de nacimiento o de cultura, que en La Laguna fueron de origen tlaxcalteca.

“Moyote” es una palabra registrada por Fr. Bernardino de Sahagún en su Historia General de las cosas de la Nueva España. Dice al respecto:

“Hay mosquitos zancudos que se llaman móyotl. Son pardillos, y son como los de Castilla, y pican como los de Castilla” (Libro Undécimo, Capítulo V, párrafo décimocuarto).

Sobre este punto, Francisco Emilio de los Ríos nos explica en su magnífica obra “Nahuatlismos en el habla de La Laguna”:

“Moyote. En La Laguna es sinónimo de zancudo, mosquito que prolifera en tiempos cálidos y constituye una de las más molestas plagas nocturnas...Deriva del náhuatl móyotl, mosquito. Múyotl, mosquito cantor y zancudo, dice Molina”.

La Comarca Lagunera merece un amplio estudio que documente, con criterios antropológicos, los remanentes de su cultura secular. A veces tengo el privilegio de escuchar a don Juan Sánchez (antiguo mayordomo del Rancho San Julián) cuando habla, entre muchas otras cosas, de las avenidas del río “Buenaval”, de lo muy agradecido que está de haberse casado con una “mujer esforzada”, de que al “coyotito” de su hija (“coyote”, de “xocoyote”, el benjamín, el menor) lo picaron los “asqueles”, que las nuevas generaciones ya no “adoran la mano” de sus padres ni padrinos, que éstas ya no tienen “temor de Dios” y por ende, muchos de sus integrantes se comportan como “felones”. Y cuando lo escucho hablar, me angustia tomar consciencia de que hay herencias culturales que están en proceso de extinción, herencias que son nuestras (de nadie más) y que representan los haberes verbales de siglos de ancestros laguneros. ¿Permitiremos que desaparezcan sin dejar huella ni registro para los comarcanos del futuro?

jueves, enero 17, 2008

Matamoros, Coahuila, y el Señor Santiago


El Señor Santiago Matamoros de Viesca, Coahuila

Quizá una de las más deplorables omisiones en que se ha incurrido al historiar los acontecimientos y fenómenos sociales de la Comarca Lagunera del siglo XIX, ha sido la de borrar las raíces tlaxcaltecas de muchos de los más destacados actores sociales.

Efectivamente, ser tlaxcalteca de Parras o de San José y Santiago del Álamo (Viesca) representaba un enorme orgullo para sus descendientes, y declararse como vástago de aquéllos era un acto de profunda autoestima y de compromiso con la libertad personal. Quienes se han tomado la molestia de estudiar la cultura tlaxcalteca precortesiana y colonial, saben sin género de duda, que los tlaxcaltecas eran gente orgullosísima de ser quienes eran, y a la vez, profundamente indómita. Jamás permitieron que el Imperio de los Mexica los sometiera, y preferían morir en combate que vivir en servidumbre. Los españoles nunca los pudieron someter, y prefirieron aliarse con ellos. Los invictos tlaxcaltecas ya estaban avisados por sus dioses de que llegaría un pueblo con el cual se iban a mestizar para formar un nuevo orden, un nuevo mundo. Esto lo detallo en mi libro “La Comarca Lagunera, constructo cultural”.

En su magnífico libro sobre Santa Ana de los Hornos, el profesor Martínez García relata la odisea de los labriegos que fueron expulsados del Saucillo durante la primera década del siglo XIX, aunque no pone énfasis en mostrar los antecedentes étnicos tlaxcaltecas que expresamente manifiestan en las declaraciones que estas personas hicieron, de que ellos eran, como dice el texto del libro, “ramas salidas del tronco, que es Parras, porque de ese lugar, que es la cabecera, fueron sacadas las familias para que se poblaran estos lugares modernos”. Estos serían los fundadores de Matamoros, como lo expresa el autor.

Cuando, en 1820, los españoles y criollos de Parras usurparon el gobierno municipal que les correspondía a los tlaxcaltecas de ahí mismo, muchos de ellos prefirieron salir en busca de nuevos lugares donde pudieran vivir como hombres libres y no como “criados”.

El historiador lagunero Gildardo Contreras menciona en su excelente libro sobre Matamoros de La Laguna, que ya en 1811 había pobladores en la Vega de Marrufo, y que procedían de la región de Viesca y de Hornos. Y que ya en 1830, llamaban a la población “San José de Matamoros”. En lo personal, me parece muy significativos esos datos que aporta Contreras Palacios. Sabemos que Viesca fue fundada por familias tlaxcaltecas hacia 1733, y a su pueblo lo llamaron “San José y Santiago del Álamo”.

Hay un mensaje bastante inteligible en el hecho de que, a la población que estas mismas familias de ascendencia tlaxcalteca erigieron en la Vega de Marrufo, le pusieran por nombre “San José de Matamoros”. Matamoros era el apellido tradicional de “Santiago Matamoros”, el santo guerrero, aliado perpetuo de los tlaxcaltecas, mientras que San José era el patrono colonial de la buena muerte. Así que en pocas palabras, tanto San José y Santiago del Álamo (Viesca) como San José de Matamoros resumían en sus nombres un programa vital: luchar, o morir bien. Este era la visión cultural de los tlaxcaltecas, luchar como hombres libres, o morir con honor y bienaventuranza.

Bajo este contexto cultural, podemos comprender enteramente el por qué los matamorenses lucharon hasta con los dientes por ser dueños de sus propias tierras. No eran descendientes de siervos, ni mucho menos de esclavos. Eran linaje de hombres libres, hechos para el combate y para la defensa de su honor, de sus familias y de sus bienes.

El nombre de San José no prevaleció porque en la era independiente, y mucho más a partir de 1857 con los liberales en el poder, los nombres de santos no fueron bien vistos para la toponimia de nuevo cuño. De hecho, a Parras le quitaron el “Santa María” de su nombre tradicional. Sin embargo, por una afortunada coincidencia, Matamoros era también el apellido del padre Mariano Matamoros, cura de Jantetelco, Morelos, y uno de los próceres de la independencia. Este nombre sí cuadraba con los propósitos de los liberales, así que este nombre, sin el “San José” previo, fue consagrado al erigir Benito Juárez la población en villa el 5 de septiembre de 1864.

miércoles, enero 16, 2008

Matamoros en 1821


Mapa de Viesca, Hornos, la Laguna de Viesca y la Vega de Marrufo entre el Nazas
y el "Buenaval", 1846. Ilustración de la Library of Congress, Washington.

La Laguna ha sido una región que desde el siglo XVI está abierta a movimientos migratorios de población “nacional” e “internacional” si se nos permite usar estas expresiones para la era colonial. La extraordinaria producción vitivinícola de Parras jamás hubiera ocurrido si no fuera porque los inmigrantes vascos, españoles en general y tlaxcaltecas, se establecieron en ese fértil valle, y con su trabajo e inversión monetaria, lograron tan significativa riqueza.

La región que se ubicaba entre Parras y Cuencamé fue de las últimas en ser pobladas porque era una de las más desprotegidas, vacías y hostiles. Los indios bárbaros constantemente asolaban su territorio en busca de ganado y de mercancías para saquear.

Unos 135 años después de fundado Parras, se asentó una nueva colonia tlaxcalteca al suroeste de aquélla, San José y Santiago del Álamo, llamada también Álamo de Parras, ahora conocida como Viesca, Coahuila. A lo largo de los años, el Álamo de Parras recibió una gran cantidad de inmigrantes que llegaban desde Zacatecas siguiendo el curso del Río Aguanaval. Los registros parroquiales de Viesca consignan que había en su jurisdicción vecinos de Parras, General Cepeda, San Lorenzo de La laguna, San Antonio de La Laguna, Gatuño y Vega de Marrufo, en Coahuila; Río de Nazas, Cuencamé, Noria de Pedriceña, Mapimí y La Loma, en Durango; Nieves y Río Grande, en Zacatecas, e incluso, de Michoacán y de Querétaro.

Hacia 1820, y aprovechando la bancarrota de los marqueses de Aguayo, casi un siglo después de la fundación de San José y Santiago del Álamo (Viesca) se dio un nuevo paso hacia el occidente, es decir, en dirección al Río Nazas, en las tierras de lo que era la jurisdicción del Álamo, para fundar un nuevo núcleo de población en la fértil Vega de Marrufo, un antiguo brazo del Río Nazas que conectaba con el Aguanaval, y que actualmente se corresponde con Matamoros, Coahuila. Esta era una región muy fértil, y había gente establecida en ella. Cuando en 1848 la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna fue adquirida por Zuloaga y Jiménez, comenzaron los problemas con aquellas personas que se habían establecido en la Vega mencionada.

Que esto sucedió así, lo demuestran los mismos libros parroquiales de Viesca. El 5 de julio de 1843, en el Libro Cuarto de Matrimonios (1828-1844) se asentó el enlace de Pioquinto Méndez Soto, de 22 años de edad (es decir, nacido en 1821), “originario y residente en la Vega de Marrufo”, hijo de Fernando Méndez y María Casilda Soto. La novia era María del Refugio Cervantes García, de 15 años de edad (nació en 1828), “originaria y vecina del mismo punto de la Vega”. Ella era hija de Cornelio Cervantes y María Ynocencia García.

En el mismo día, mes y año, otra partida matrimonial nos indica que José Sabino de los Reyes Salazar, de 23 años de edad, originario y residente en la Hacienda de los Hornos, contrajo matrimonio con María Josefa Guillén Montoya, de 16 años de edad (nacida en 1827) “originaria y residente en la Vega de Marrufo”, hija de José María Guillén y de María Dolores Montoya, quienes aparecen como habitantes del Rancho de Matamoros en el Padrón de Viesca y su jurisdicción, en 1848, p. 20.

En las partidas de matrimonio citadas, encontramos a tres personas que eran originarias de la Vega de Marrufo, quienes nacieron en 1821, 1827 y 1828. En 1843 eran además residentes o vecinos del mismo lugar. Sin duda alguna, sus apellidos son dignos de figurar entre los más antiguos de Matamoros y posteriormente, de Torreón.

jueves, enero 10, 2008

Familias Centenarias de Torreón: los Dingler


Haarlem, en Holanda

En La Laguna, la familia Dingler tuvo sus orígenes en el señor Francisco Dingler Van Vliet, quien nació en Haarlem, en Noord Holland (Holanda del Norte), el 22 de marzo de 1877. Fueron sus padres los señores Johann Frederick Simon Dingler y Elisabeth Johanna Van Vliet, quienes habían contraido matrimonio ahí mismo (Haarlem) en 1857. Francisco era nieto paterno de Johan Leonardus Dingler y de María Elizabeth Bode, quienes casaron el 12 de marzo de 1834 en la artesanal ciudad de Delft, (Holanda del Sur).

Francisco tenía una fuerte vocación al cosmopolitismo. Dominaba el alemán, inglés y español aparte de su nativo holandés. Trabajó en la compañía del ferrocarril del Transvaal, en Sudáfrica, donde luchó al lado de los Boers. Prisonero de los ingleses en Ceilán. Migró a México en 1903, cuando contaba 26 años de edad. Llegó a nuestro país el 9 de agosto de dicho año, y se internó por el puerto de Tampico.

En la Ciudad de México casó con la señorita Anna Blanche Godard, canadiense de Montreal. Hijos de este matrimonio fueron Federico Dingler Godard, quien nació en la Ciudad de México el 1 de noviembre de 1907; Blanca Dingler Godard, quien nació en Torreón el 23 de marzo de 1909, y Raúl Dingler Godard, quien también nació en Torreón el 10 de febrero de 1911.

Viudo durante algún tiempo, Francisco contrajo matrimonio en segundas nupcias con la señorita Refugio Alba Prado, quien había nacido el 31 de julio de 1891 en la Hacienda de San Alberto, en el Estado de Durango, México.

Hijos de este segundo matrimonio (hasta 1938) eran: Johan, Francisco, Lloyd, Jorge y Carlos. De los hijos de ambos matrimonios descienden las conocidas y estimadas familias Dingler de la Comarca Lagunera y de otras regiones del país.

miércoles, enero 09, 2008

Artistas olvidados


Escenario del teatro, enmarcado con murales y estuco


Portada del Teatro Martínez, cuyos interiores son espléndidos


Retrato de la hermanita de la pintora

La Comarca Lagunera es muy notable por muchas y muy buenas cosas. Algunas han sido bien reconocidas por su población, muchas otras no tanto, y algunas otras, en lo absoluto.

En nuestra corta historia, hemos contado con la presencia de algunos talentos verdaderamente envidiables. En el campo del arte contamos con la obra de Salvador Tarazona Pérez, presente en el Teatro Isauro Martínez. Aunque jamás hubiera función alguna en este recinto, bastarían su preciosista decoración en estuco y sus murales para que atrajera toda clase de visitantes. Para muchos de sus contemporáneos, Tarazona no pasaba de ser una especie de híbrido entre artesano y artista. Sin embargo, nuestra ciudad no sería lo que es sin él. Lamentablemente, algunos otros de sus trabajos se perdieron para siempre cuando fue demolida la casa que se ubicaba en la esquina suroeste de la avenida Abasolo y Calzada Colón.

Tarazona nació en Valencia en el año de 1876, de acuerdo a sus propias declaraciones. Era pintor, aunque no tenía estudios formales en esta disciplina. Durante los primeros años del Siglo XX llegó a México. Desembarcó en Puerto Progreso, en Yucatán, el 29 de septiembre de 1904. De acuerdo a sus biógrafos, él y su hermano estuvieron en Nueva York durante los primeros años de la Revolución Mexicana (1910-1914). Ahí decoraron el Teatro Metropolitano. Posteriormente decoraron los teatros El Principal, Virginia Fábregas, Esperanza Iris, Ideal, y Colón, en la Ciudad de México. Luego decorarían el Isauro Martínez de Torreón. El poco reconocimiento que Tarazona obtuvo durante su vida se debió, de acuerdo a algunos de sus biógrafos (entre ellos el Cronista de Cuernavaca, Lic. Jesús Pérez Uruñuela) a una serie de desafortunadas coincidencias, a lo bohemio de su carácter, y a un cierto desdén por las relaciones sociales. ¿Existe algún premio Tarazona en Torreón? Si no existe, debería existir.

Otro artista de gran talento lo representa la pintora académica Carlota Camacho Hall, también lagunera por vecindad. Carlota Camacho nació el primero de octubre de 1876 (curiosamente, en el mismo año que Tarazona) en Tampico, Tamaulipas. Sus padres fueron Carlos Camacho, mexicano, y Charlotte Hall, inglesa, quienes se conocieron mientras el señor Camacho servía como diplomático de México en Inglaterra. Carlota —debido a la profesión de su padre— vivió parte de su infancia en Ecuador, en las ciudades de Quito y Guayaquil. De regreso a la ciudad de México, Carlota ingresó a la Academia de San Carlos, en donde se inició en las técnicas de dibujo y pintura. José Salomé Pina fue uno de los maestros que más influenció en su obra y la consideraba una de sus alumnas más destacadas. En 1893, algunas de sus obras más importantes fueron exhibidas en una exposición mundial celebrada en Chicago, entre ellas “Mi tetera”, “El monje”, “Las uvas”, “Frutas”, “Naturaleza muerta”, “El apóstol” y “El sauce”. Cabe destacar que varias de sus obras fueron adquiridas por concurrentes a dicha exposición.

Carlota contrajo matrimonio en la ciudad de México, en 1895. Su esposo fue el ingeniero Henry Herbert Crabtree, inglés que se encontraba en México trabajando para la compañía inglesa Pearson and Son.

El 19 de marzo de 1899, dentro del marco de la vigésima Exposición Nacional de Obras de Bellas Artes, Carlota recibió de manos del presidente de la Nación, Porfirio Díaz, un diploma y una medalla de bronce que daban testimonio del segundo lugar que obtuvo en el ramo de pintura de figura y por sus cuadros de estudios del natural.

En el año de 1908 el ingeniero Crabtree fue enviado por la compañía Pearson and Son a la ciudad de Lerdo, Durango, con el objeto de trabajar en la construcción de varios canales y para localizar el lugar idóneo para construir una presa. A partir de este año, la familia Crabtree radicó en Lerdo, debido a que les gustó la ciudad y a que el ingeniero vio posibilidades de hacer negocios en la región., Lamentablemente, Carlota, en su época lagunera, ya casada y con cuatro hijos, se dedicó muy poco a la pintura.

Carlota Camacho murió el 24 de mayo de 1956; sus restos fueron enterrados junto a los de su esposo en el Panteón Municipal de Ciudad Lerdo, Durango.

martes, enero 08, 2008

La Laguna: división y límites 1785 - 1881


El Río Nazas, límite entre los Estados de Coahuila y Durango

El 21 de mayo de 1785, Carlos III de España firmó el nombramiento del nuevo gobernador de la Nueva Vizcaya, don Felipe Díaz de Ortega. Ese nombramiento mandaba asimismo la separación de la jurisdicción de La Laguna entre Coahuila y Durango.

Por increíble que parezca, todavía en 1881 estaba sobre el escritorio el problema de límites que esta separación generó.

Con la resolución de este problema en mente, en febrero de 1859 se celebró una conferencia entre los señores gobernadores Gómez Palacio y Vidaurri. Éste último era por entonces gobernador de Coahuila y Nuevo León. El gobernador de Coahuila reclamaba, en base a los arreglos coloniales, la jurisdicción política sobre lo que ahora conocemos como Raymundo, Lerdo, todos los ranchos ribereños y más al norte, hasta Mapimí, en el Estado de Durango.

El 10 de mayo de 1881 seguía vigente la disputa, y el gobernador de Durango le manifestaba al de Coahuila su disposición para llegar a una solución permanente y definitiva sobre estos puntos.

El gobierno de Coahuila esgrimía el siguiente argumento:

“Es indudable que el marquesado de Aguayo en este Estado fue dueño, entre otras propiedades, de las que tomaron las haciendas de San Lorenzo y La Sauceda, cuyas posesiones se extendieron por uno y otro lado del Río Nazas hasta la falda de la Sierra de Mapimí, desde la Boca de Calabazas, hoy de Raymundo, hasta la Laguna del Tlahualilo. Del marquesado pasaron estas fincas al dominio de su concurso, el cual las enajenó a los Sres. Sánchez Navarro, y éstos a su vez transmitieron parte de aquéllas propiedades a los Sres. Leonardo Zuloaga y Juan Ignacio Jiménez el año de 1848. Coahuila cobró las contribuciones que causó aquella traslación de dominio, y debió seguir percibiendo los impuestos con que sus leyes han gravado la propiedad territorial, pero la separación de bienes entre los compradores hizo que el segundo, que fue vecino de Durango, se sustrajera al pago de estos impuestos, y este acto subversivo seguido por sus sucesores en la propiedad, ha servido de base a un desconocimiento en la jurisdicción y en el ejercicio de la soberanía que incuestionablemente corresponde a Coahuila, y que no ha perdido ni puede perder por la resistencia de sus malos habitantes en estos puntos limítrofes del Estado”.

En mayo de 1881, un impreso de la Tipográfica del Progreso de San Pedro, Coahuila, firmado por Antonio Mier, el editor responsable, anunciaba que en el curso de ocho días estaría en Lerdo el gobernador de Coahuila, acompañado de la Comisión de Límites de parte de Coahuila. Se esperaba que asistiera también el gobernador de Durango con la comisión respectiva, por haber sido invitados al encuentro. En su encabezado, el impreso decía: “A los habitantes del Partido de Mapimí. Los hijos de San Pedro mandan la expresión de sus sentimientos de fraternidad”. Y manifestaba, entre otras cosas:

“Es incalculable el desarrollo que tomarían las empresas agrícolas en esta Comarca de La Laguna, con solo el hecho de estar bajo el régimen de un solo gobierno. El de Coahuila está resuelto a darnos todo género de garantías y a procurarnos cuantas facilidades estén a su alcance”.

“Terminarán las cuestiones de aguas entre los de arriba y los de abajo. El gobierno dictará prudentes disposiciones para reglamentar el uso de ellas, de modo que se concilien los intereses del grande y opulento propietario como los del humilde labrador que riegan la tierra con el sudor de su rostro”.

Véase “Archivo General del Estado de Coahuila”, Fondo Siglo XIX, c 5, f 9, e 15, f 4.

jueves, enero 03, 2008

Crónica de la Crónica de Torreón 2007



Con el 2007, llegó a su fin la redacción de la Crónica de Torreón para dicho año. Me produce satisfacción compartir con los lectores de este espacio que, durante el 2007, se redactaron y publicaron virtualmente 215 artículos. Todos ellos estaban y están visibles y legibles en el blog de Crónica Virtual, sistema innovador en nuestra Comarca que permite compartir la memoria de nuestra ciudad a medida que se escribe, y esto a nivel regional, nacional e internacional.

Estos 215 artículos se encuentran distribuidos en un espacio equivalente a 184 páginas de papel tamaño carta, a renglón seguido, o bien, unas 235 a espacio y medio. La Crónica del 2007 consta de 77 mil 646 palabras, es decir, unos 477 mil 489 caracteres en 1,913 párrafos y 9,007 líneas.

Con estos 215 artículos, se cumple (para el 2007) con las dos funciones básicas de un Cronista Oficial, a saber: llevar una relación cronológica de eventos o fenómenos del presente que serán significativos para la historia de la ciudad y de sus habitantes, pero también realizar y divulgar trabajo de investigación histórica en fuentes primarias y hemerográficas, lo cual permitió ofrecer a nuestros lectores nuevos conocimientos sobre el pasado de nuestra ciudad o región, y de sus pobladores. En otras ocasiones, las menos, los artículos ofrecen los pertinentes juicios que por reglamento vigente, se espera emitan los Cronistas Oficiales de la Ciudad.

Censo de 1825 en La Laguna de Coahuila



Censo y Estadística de Parras

En 1825, el Partido de Parras abarcaba un gran rectángulo que iba desde su límite oriental con Saltillo, hasta los ríos Nazas y Aguanaval en el occidental; al norte llegaba más allá de la Laguna de Tlahualilo, y por el sur, hasta tierras de Zacatecas. Toda la Comarca Lagunera de Coahuila quedaba englobada en este Partido o jurisdicción.

Desde 1797, en estas tierras se habían estado haciendo mediciones de las condiciones climáticas con instrumentos exactos: el termómetro, higrómetro, dioptrómetro y barómetro eran los artefactos que medían temperatura, humedad relativa, radiación solar y presión atmosférica, respectivamente. En 1825, cuando se levantó el censo de la población, se redactaron estas lecturas climatológicas. Pero el documento era mucho más amplio, incluía población por sexo y edad, lugares habitados, profesiones, población económicamente activa, orografía, hidrología, climatología, flora, e incluso una interesante descripción de los habitantes del Partido.

Transcribí este texto en 1999, y en el 2000 el Gobierno Municipal de Saltillo patrocinó su edición por la Universidad Iberoamericana Laguna. El entonces alcalde de Saltillo, Oscar Pimentel González, escribió el prólogo de la edición, cuyo cuidado estuvo a cargo de Jaime Muñoz Vargas. Este libro se puede leer en línea pulsando el link que se muestra bajo su portada. Se encuentra ubicado desde el 2000 en la Biblioteca Virtual del Centro de Investigaciones Históricas de la UIA-Laguna. Se pueden conseguir ejemplares en soporte de papel en la librería de la UIA Laguna.

Se trata de un texto del mayor interés para el estudio interdisciplinar de la historia de nuestra Comarca Lagunera, ya que tiene entradas tanto para las ciencias sociales como para las ciencias naturales. Y para el lector que desea conocer un texto cargado de curiosidades sobre la Comarca Lagunera en los primeros años de vida independiente de México, será, sin duda, una delicia.

Una pizca de "historia del clima" en La Laguna



A diferencia de lo que sucedió durante el otoño y comienzos del invierno del 2007, el 2008 ha llegado con las bajas temperaturas que se acostumbran durante el período. Los últimos tres días han sido los típicos de enero, con nublados y seminublados y masas de aire polar.

Las calles de Torreón se ven bastante vacías, pues muchas personas no se han reincorporado a sus actividades habituales, y el frío no alienta mucho las salidas. Sin embargo, este frío no no es tan intenso como podría ser, ya que en los últimos días no ha bajado de los 2º Celsius. A causa del frente frío número 18, se han registrado nevadas en algunas partes del país, y lamentablemente, algunos decesos por hipotermia.

Para custiones de clima, la regla más segura a seguir en Torreón, es la de que no hay regla. Todo puede suceder en un día: ascensos y decensos bruscos de temperatura (hasta de 20 grados en dos o tres horas) tolvanera, lluvia, viento, granizo, etc. Quien venga de visita a nuestra ciudad debe estar preparado para todo.

Desde 1825, hay registro escrito de que en La Laguna el clima era determinado básicamente por las masas de aire. La “opacidad obscura y denegrida” del horizonte era leida por los laguneros de aquélla época como un pronóstico del tiempo, y dejaron sus observaciones por escrito. Si esta opacidad se presentaba en el horizonte norte (boreal) durante el otoño, anunciaba heladas tempranas, y si sucedía durante el invierno, entonces significaba que habría fuertes bajas en la temperatura en cuestión de horas. Si la densa opacidad se formaba hacia el horizonte poniente, anunciaba fuertes vientos en 4 o 6 horas, y según quienes registraban estos datos, se había encontrado correlación entre esta última señal y los sacudimientos telúricos ligeros y casi imperceptibles, durante las siguientes 12 o 36 horas (Si desea profundizar en estos interesantes registros, lea “Censo y Estadística de Parras [y su Partido], 1825”, UIA-Laguna, Torreón, 2000).

Los torreonenses urbanos, que somos la mayoría, nos hemos desacostumbrado a leer el cielo buscando señales y significados climáticos. Es obvio que nuestra vida o fortuna no depende ya de la posibilidad de predecir el clima, como sucedía con nuestros abuelos agricultores. Ya no sabemos reconocer las constelaciones, ni atisbamos al horizonte matutino o vespertino. La relación con nuestro entorno físico es muy diferente a la de nuestros ancestros.

martes, enero 01, 2008

Feliz año 2008



Ilustración: "The Mnemosyne Foundation"

Enero, palabra que procede del latín “januarius”, era el mes dedicado al dios Jano, a quien se le representaba con dos caras, una que miraba hacia atrás, al pasado, la otra, hacia delante, hacia el futuro. Y esto porque se le consideraba el dios de los comienzos, y por lo mismo, de las puertas.

Los romanos invocaban públicamente la protección de Jano el primer día del primer mes del año. Del latín, “januarius” pasó al castellano “enero”, al inglés "january" y al portugués "janeiro".

A los lectores de este espacio virtual, les deseamos salud, bienestar y toda clase de éxito para este 2008 que hoy comienza.