Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

miércoles, enero 09, 2008

Artistas olvidados


Escenario del teatro, enmarcado con murales y estuco


Portada del Teatro Martínez, cuyos interiores son espléndidos


Retrato de la hermanita de la pintora

La Comarca Lagunera es muy notable por muchas y muy buenas cosas. Algunas han sido bien reconocidas por su población, muchas otras no tanto, y algunas otras, en lo absoluto.

En nuestra corta historia, hemos contado con la presencia de algunos talentos verdaderamente envidiables. En el campo del arte contamos con la obra de Salvador Tarazona Pérez, presente en el Teatro Isauro Martínez. Aunque jamás hubiera función alguna en este recinto, bastarían su preciosista decoración en estuco y sus murales para que atrajera toda clase de visitantes. Para muchos de sus contemporáneos, Tarazona no pasaba de ser una especie de híbrido entre artesano y artista. Sin embargo, nuestra ciudad no sería lo que es sin él. Lamentablemente, algunos otros de sus trabajos se perdieron para siempre cuando fue demolida la casa que se ubicaba en la esquina suroeste de la avenida Abasolo y Calzada Colón.

Tarazona nació en Valencia en el año de 1876, de acuerdo a sus propias declaraciones. Era pintor, aunque no tenía estudios formales en esta disciplina. Durante los primeros años del Siglo XX llegó a México. Desembarcó en Puerto Progreso, en Yucatán, el 29 de septiembre de 1904. De acuerdo a sus biógrafos, él y su hermano estuvieron en Nueva York durante los primeros años de la Revolución Mexicana (1910-1914). Ahí decoraron el Teatro Metropolitano. Posteriormente decoraron los teatros El Principal, Virginia Fábregas, Esperanza Iris, Ideal, y Colón, en la Ciudad de México. Luego decorarían el Isauro Martínez de Torreón. El poco reconocimiento que Tarazona obtuvo durante su vida se debió, de acuerdo a algunos de sus biógrafos (entre ellos el Cronista de Cuernavaca, Lic. Jesús Pérez Uruñuela) a una serie de desafortunadas coincidencias, a lo bohemio de su carácter, y a un cierto desdén por las relaciones sociales. ¿Existe algún premio Tarazona en Torreón? Si no existe, debería existir.

Otro artista de gran talento lo representa la pintora académica Carlota Camacho Hall, también lagunera por vecindad. Carlota Camacho nació el primero de octubre de 1876 (curiosamente, en el mismo año que Tarazona) en Tampico, Tamaulipas. Sus padres fueron Carlos Camacho, mexicano, y Charlotte Hall, inglesa, quienes se conocieron mientras el señor Camacho servía como diplomático de México en Inglaterra. Carlota —debido a la profesión de su padre— vivió parte de su infancia en Ecuador, en las ciudades de Quito y Guayaquil. De regreso a la ciudad de México, Carlota ingresó a la Academia de San Carlos, en donde se inició en las técnicas de dibujo y pintura. José Salomé Pina fue uno de los maestros que más influenció en su obra y la consideraba una de sus alumnas más destacadas. En 1893, algunas de sus obras más importantes fueron exhibidas en una exposición mundial celebrada en Chicago, entre ellas “Mi tetera”, “El monje”, “Las uvas”, “Frutas”, “Naturaleza muerta”, “El apóstol” y “El sauce”. Cabe destacar que varias de sus obras fueron adquiridas por concurrentes a dicha exposición.

Carlota contrajo matrimonio en la ciudad de México, en 1895. Su esposo fue el ingeniero Henry Herbert Crabtree, inglés que se encontraba en México trabajando para la compañía inglesa Pearson and Son.

El 19 de marzo de 1899, dentro del marco de la vigésima Exposición Nacional de Obras de Bellas Artes, Carlota recibió de manos del presidente de la Nación, Porfirio Díaz, un diploma y una medalla de bronce que daban testimonio del segundo lugar que obtuvo en el ramo de pintura de figura y por sus cuadros de estudios del natural.

En el año de 1908 el ingeniero Crabtree fue enviado por la compañía Pearson and Son a la ciudad de Lerdo, Durango, con el objeto de trabajar en la construcción de varios canales y para localizar el lugar idóneo para construir una presa. A partir de este año, la familia Crabtree radicó en Lerdo, debido a que les gustó la ciudad y a que el ingeniero vio posibilidades de hacer negocios en la región., Lamentablemente, Carlota, en su época lagunera, ya casada y con cuatro hijos, se dedicó muy poco a la pintura.

Carlota Camacho murió el 24 de mayo de 1956; sus restos fueron enterrados junto a los de su esposo en el Panteón Municipal de Ciudad Lerdo, Durango.

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