Escudo de Torreón

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martes, marzo 23, 2010

La Comarca Lagunera en la historia nacional



Mientras más nos sumergimos, de manera sistemática, en la localización y análisis de los testimonios sobre la historia documental de la Comarca Lagunera, más y más nos impresiona la trascendencia que esta región ha tenido para la historia virreinal y nacional. No hay duda de que, los archivos históricos tienen un papel protagónico en la develación de los fenómenos sociales del pasado, los cuales a su vez, permiten explicar los del presente.

Región con personalidad propia, a partir de 1594, la Comarca fue conocida por Felipe II como la “Provincia de La Laguna”, haciendo referencia a su clara identidad como sistema hidrológico de ríos y lagunas en medio del desierto oriental de la Nueva Vizcaya. Su nombre evolucionó a “País de La Laguna”, “País de Lagunas” y finalmente, al de “Comarca Lagunera”.

Desde sus orígenes, a finales del siglo XVI y principios del XVII, dos cosas fueron muy claras: que se trataba de un crisol étnico, una región de encuentro de migrantes (españoles, tlaxcaltecas, purépechas, Mexica, negros de Guinea y de Angola, y por supuesto, los laguneros aborígenes) y que sus habitantes tenían una marcada inclinación por los cultivos comerciales y las manufacturas de carácter agroindustrial.

En efecto, no solamente existían los legendarios rebaños de ganado mayor de los Urdiñola y sus descendientes (marqueses de Aguayo) para el abasto de carne de Nueva España (sector primario).

El principal producto regional, y el más redituable, de acuerdo los documentos diezmatorios de la época, provenía de la elaboración de vinos, vinagres y aguardientes, al punto de que la Comarca era el mayor y más importante productor novohispano de bebidas alcohólicas legítimas de uva (sector secundario).

Bajo el esquema económico del mercantilismo, la industria vitivinícola regional transformaba la materias prima en vinos, aguardientes, mistelas y licores de diversos tipos. Sus productos satisfacían la demanda de bebidas fuertes que las importaciones españolas no alcanzaban a cubrir. El mercado de las bebidas laguneras comprendía desde Texas y la Louisiana, hasta el Istmo de Tehuantepec.

Entre 1810 y 1813, el cultivo del algodonero se volvió significativo en nuestra comarca, a raíz del desabasto de materia prima que las guerras de Hidalgo y Morelos habían provocado. Las provincias productoras tradicionales eran Veracruz y Guerrero, pero la guerra de independencia había diezmado o arruinado sus algodonales. Entre 1810 y 1813 no solamente se comenzó a cultivar en mayor escala el algodonero en nuestra región, (Gossypium Hirsutum y Gossypium Barbadense) sino que se inició la fabricación de hilos y tejidos con sus fibras. En esto, contamos con el importante testimonio del Comandante de las Provincias Internas, Bonavia y Zapata.

Para 1817, Nazas surtía de algodón las fábricas del centro y occidente de Nueva España. En 1825, los hilados y tejidos de algodón fino y entrefino ocupaban un buen porcentaje de la mano de obra de Parras, la histórica capital política y religiosa de la Alcaldía Mayor de Parras, Laguna y Río de las Nazas. Para 1835, los hermanos Urruticoechea ya habían inaugurado una fábrica mecanizada de hilados y tejidos de algodón en Mapimí, la cual sería la precursora de “La Constancia”. Esta hilandera beneficiaba el algodón producido en la Comarca Lagunera.

Los veteranos de la Segunda Compañía Volante de San Carlos de Parras, con asiento en el Álamo de Parras (Viesca, Coahuila) fueron trasladados a San Antonio de Béjar, donde fundaron el Fuerte del Álamo, tan venerado por la historia texana. Ese nombre le pusieron en recuerdo del Álamo de Parras. Algunos de estos soldados laguneros pelearon a favor de la independencia de Texas, y otros, en contra de ella.

Uno de los más trascendentes contactos del presidente Juárez con el gobierno estadounidense se efectuó en nuestra región, a través del general Lew Wallace. Algunos autores norteamericanos consideran que la misión de Wallace fue una de las manifestaciones más flagrantes y decisivas de la llamada Doctrina Monroe. A. W. Barber (compilador) publicó en 1914 un libro cuyo título traducido es el siguiente: “La benévola incursión del general Wallace. Cómo México fue salvado en 1864, la Doctrina Monroe en acción. De cómo Wallace —por órdenes del general Grant— se internó en México para ayudar a Juárez contra Luis Napoleón en 1864”.

Durante la primera mitad del siglo XIX, surgió una pequeña población que iba a ser el prototipo del modelo multiétnico que más tarde seguría Torreón. Se trataba de Matamoros, Coahuila, un lugar donde convivían numerosas tradiciones culturales y raciales, entre ellas las de los españoles, indios, mestizos, mulatos y negros de Angola y Guinea, descendientes de aquellos esclavos traídos por los portugueses.

Matamoros no solamente fue un crisol étnico, sino forja de hombres libres. Sus ciudadanos lucharon en pie de igualdad contra la opresión y la tiranía de Zuloaga y de Maximiliano. Tanto así que merecieron el elogio de Wallace en su “Cacería de Búfalos”. Su sentido de la dignidad los llevó a desairar al hijo de Benito Juárez cuando se presentó en un banquete conmemorativo con su mujer francesa.

El proyecto liberal que proponía la fragmentación de latifundios hereditarios en pequeñas propiedades o unidades productivas, encontró aquí su campo experimental. Las haciendas de doña Luisa Ibarra viuda de Zuloaga, y de don Juan Nepomuceno Flores, terratenientes laguneros adictos al Imperio de Maximiliano, son buenos ejemplos. La ruina de estas familias y la posterior fragmentación de sus tierras, originó un nuevo modelo de tenencia de la tierra que llevó a La Laguna a convertirse en la gran productora de algodón durante el Porfiriato y regímenes posteriores.

La Laguna siempre ha tenido excelentes rutas de acceso. En su costado occidental, junto al Presidio del Pasaje, cerca de Nazas (Durango), pasaba el Camino Real de la Tierra Adentro, el que iba de México a Santa Fe. En su costado oriental, el camino del Saltillo a Monterrey llevaba a Texas y a la Louisiana. Y entre ambas vías, se situaba Santa María de las Parras, conectada por caminos de arrieros, con mulas y carretas. Por esas vías se desplazó durante siglos la producción etílica, y posteriormente, la algodonera.

Durante el último tercio del siglo XIX, La Laguna y particularmente Torreón quedó igualmente bien comunicado con el cruce de las dos rutas más importantes de ferrocarril en México. La económica y fácil salida de mercancías manufacturadas le dio gran impulso a las industrias del algodón (La Constancia), a los jabones (las mejores y más grandes fábricas a nivel nacional se encontraban aquí) y a la industria metalúrgica. En 1900, la mitad de la población de Torreón estaba formada por obreros. En buena medida, sus luchas y demandas inspiraron a Carranza para promulgar algunos de los artículos de la Constitución de 1917.

La Laguna fue también la cuna de la Revolución Mexicana. Su principal ideólogo y promotor, Francisco I. Madero, era vástago de una familia parrense, con propiedades e industrias en la Comarca Lagunera. Su libro “La Sucesión Presidencial” lo escribió en San Pedro, Coahuila, y el génesis del partido nacional antirreleccionista se encuentra en esta misma Comarca.

En septiembre de 1913, en una hacienda lagunera, la Hacienda de la Loma, fue creada la División del Norte. La ciudad de Torreón fue tomada cuatro veces durante la Revolución: la primera en mayo de 1911, durante la Revolución Maderista; la segunda, en octubre de 1913, recién creada la División del Norte con Francisco Villa al frente; la tercera, en abril de 1914, cuando se efectuó la batalla más sangrienta de toda la historia de la Revolución Mexicana, y la cuarta, por Francisco Villa en diciembre de 1916.

En 1929, Torreón se convirtió en una de las primeras ciudades mexicanas en ser bombardeadas y ametralladas desde el aire, a raíz de la revuelta del general Escobar. Los ataques no solamente se realizaron contra blancos militares, sino contra blancos civiles indefensos, con el objeto de castigar a la población que había hecho del general Escobar su hijo predilecto.

En 1936, una nueva intervención del Estado modificó la tenencia de la tierra lagunera. Cárdenas expropió grandes superficies de tierra para dárselas a los campesinos. Quizá fue La laguna el escenario más importante de la Reforma Agraria de Lázaro Cárdenas.

Cuando el precio del algodón declinó a nivel mundial, en nuestra región se optó por la producción industrial (larga tradición) y por la producción de lácteos. En el momento presente, la cuenca lechera más importante del país es lagunera.

En fin, basta lo anterior para mostrar que la larga historia de la Comarca Lagunera ha impactado de muchas maneras en la historia económica, política, social y militar nacional e internacional, desde la era virreinal hasta el siglo XXI.

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