Señor Miguel Mery Ayup, secretario del Ayuntamiento de Torreón: dado el silencio que sigue guardando en torno a este asunto, lo exhorto nuevamente a que no permita que mi nombre sea utilizado en el consejo de la crónica forjada bajo su patrocinio. Ni fui invitado a colaborar, ni participo en ninguna actividad relacionada con ese consejo. No tienen autorización para usar mi nombre, bajo ninguna circunstancia. Por otra parte, si dicho consejo, para justificar su creación, usó falsos argumentos que lesionen mi buen nombre y desempeño profesional, exijo, ya no como cronista, sino como simple ciudadano agraviado, mi derecho a la réplica, en público, así como públicamente se dijeron tantas mentiras, en sesiones televisivas y radiofónicas a las que, por razones más que obvias, nunca fui invitado.
Más aún, es evidente que el dictamen de la comisión de Gobernación que dio entrada a la formación del actual consejo de la crónica no es conforme a derecho, pues resulta obvio que deliberadamente se ignoró el Manual de Funciones vigente que se refiere a los asuntos del cronista y de la crónica.
Dice usted, señor Mery Ayup, en el documento que usted firmó para promover dicha creación, que
“Hasta el momento la tarea había recaído por tradición, y luego por reglamento, en una sola persona, designada por el alcalde y cuya función había de cumplir de manera vitalicia. No obstante, como resultado de inconsistencias normativas y de otra naturaleza [mismas que usted no explica, señor Mery Ayup] llegó a darse el caso de que convivieran dos o tres personas quienes tuvieron nombramientos emitidos por diferentes administraciones municipales, sin que mediara coordinación entre ellas, ya por iniciativa propia o de la administración”.
Señor Mery Ayup, le agradecería explicara cuáles son esas “inconsistencias” que usted menciona. En cuanto a la coexistencia de los cronistas, está perfectamente considerada en el Manual de Funciones, Facultades y Obligaciones de los Cronistas de la Ciudad de Torreón, Coahuila, aprobado por acuerdo del cabildo de Torreón el 26 de mayo de 1992.
Su artículo primero, inciso 1 dice “El nombramiento de Cronista de la ciudad es vitalicio, sin embargo, en caso de que quede incapacitado, con sus funciones, pasará a ser cronista honorario”. ¿Ignora usted, señor Mery Ayup, que puede haber cronistas honorarios por vejez o enfermedad y solamente uno oficial en funciones? ¿Dónde está el sobredicho problema de la coexistencia?
El inciso 2 del primer artículo del Manual de Funciones ya mencionado, indica que “Tal nombramiento es apolítico y no está sujeto a movimientos de esta naturaleza”. ¿No es eso lo que usted hace, señor secretario del Ayuntamiento, tratar de hacer movimientos por razones políticas? ¿Es por eso que trata de ignorar el manual vigente que regula a la Crónica en Torreón?
Le comento que, por el tenor del texto con el que usted respaldó su solicitud, se trasluce que su asesor es una persona que carece de la preparación que se requiere para fundamentar un asunto como éste, aunque tenga el título que tenga. El hábito no hace al monje.
Su asesor lo hace quedar mal, señor Mery Ayup. Las nociones que maneja revelan claramente que es un ingenuo, que piensa de la crónica y de la historia como lo harían los positivistas del siglo XIX. Se trata de alguien que cree que la realidad existe con independencia del perceptor, o del estrato social; que se puede cortar en tajadas, y que a cada tajada le corresponde un “vocal” de la crónica. ¿No sabe que los eruditos han estudiado la imposibilidad de hacer eso, al hablar del “cronista omnisciente”? ¿No sabe ese señor que no hay acontecimientos aislados, como él supone, sino fenómenos sociales entrelazados? ¿Quiere volver atrás, a la anécdota fragmentadora? Es evidente que tiene una visión fragmentaria de la realidad. ¿No sabe que los fenómenos sociales se correlacionan muy por encima de las “tajadas” con que él pretende “repartir la realidad”? Es risible. No me sorprende que a su asesor, señor Mery Ayup, lo hayan reprobado, y precisamente en Historia, en el Senado de la República. Bochornosa representación la que hizo a nombre de la Comarca Lagunera este saltillense que, con sus hechos, ha demostrado que ambiciona el monopolio de la historia, y hasta de la cultura, en Torreón. Habrá que ver cómo maneja al archivo municipal, esos acervos que son patrimonio de los torreonenses y de los cuales pretende disponer como dueño.
Claro, ese saltillense protegido suyo jamás aceptaría cumplir el Manual de Funciones, que establece en su artículo tercero, inciso 1-a, que el cronista oficial deberá “ser miembro del Patronato del Archivo Municipal, formando parte del Consejo de Asesores del mismo Archivo”. De hecho, jamás recibí una sola invitación en este sentido. ¿Será por temor a que quedara al descubiero su pobre desempeño, o los daños a los acervos?
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