Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

domingo, octubre 23, 2011

Tesoros y brujas



El tesoro del Colegio Modelo. Entre los relatos que gozan de mayor favor de parte del público lector, se encuentran aquellos que tratan de fantasmas, o de tesoros. Siempre existe cierta fascinación por lo sobrenatural, por la supervivencia del alma y sus comunicaciones desde “el más allá”, y también por los golpes de fortuna que ponen en nuestras manos, riquezas inesperadas.

Una de las narraciones más dignas de crédito referentes a tesoros desenterrados, es la que que data de 1928. Se trata de un “entierro” de sesenta mil pesos en monedas de oro, el cual fue encontrado en el entonces Colegio Modelo, ubicado en la calle falcón número 221.

Este tesoro, según los relatos de 1928, tenía su origen en el entierro que de las monedas de oro que en 1914, tuvo que hacer un pagador del ejército federal, debido a la toma de Torreón por Francisco Villa. El sitio que ocupaba el colegio en 1928, había sido, en 1914, un edificio de dependencias de las fuerzas federales acantonadas en Torreón.

El pagador, temeroso de que el oro cayera en manos villistas, prefirió enterrarlo y huir con las tropas que abandonaban Torreón, y al parecer, nunca volvió. Solamente pudo levantar un croquis del edificio, marcando el sitio donde el dinero estaba escondido. Se cree que este pagador pertenecía a las fuerzas del general Velasco.

Las personas que encontraron el tesoro, fueron la señora Josefina Sánchez de Zambrano, directora del Colegio Modelo, y su esposo, el señor Abraham Zambrano. Estas personas, de alguna manera se hicieron del plano del pagador, y de manera sistemática comenzaron a horadar el piso del colegio, bajo el pretexto de mejoras materiales. Después de largo tiempo y muchas excavaciones, en un pasillo junto a un baño, encontraron un pequeño cofre, el cual contenía las monedas de oro.

Según el relato, la directora del colegio y su esposo encontraron el tesoro hacia finales de noviembre de 1927, y poco después cambiaron su residencia a Los Ángeles, California. Se decía por entonces que el matrimonio había cambiado una cuantiosa cantidad de dinero mexicano por dólares, y que adquirió una magnífica residencia en aquella ciudad californiana.

Otro tesoro: el del rastro de Mapimí. El 5 de enero de 1935, un diario local informaba sobre el hallazgo de un tesoro encontrado en el rastro de Mapimí. Al entierro, el diario lo calificaba de “fabuloso” y se afirmaba que un reportero de dicho diario había tenido acceso a la información sobre este acontecimiento, de primera mano.

Según ese relato, un albañil que se encontraba trabajando bajo uno de los pisos del lugar, fue quien encontró una “fantástica” suma de dinero en monedas de oro. Ante la dificultad de transportar el tesoro fuera de ahí, acudió por ayuda de dos amigos, uno de ellos un funcionario público. Con esta ayuda, la carga áurea pudo ser escondida en otro lugar, evitando así dar cuentas ni porcentaje alguno a las autoridades correspondientes.

Los afortunados condueños de este descubrimiento rápidamente se ausentaron de Mapimí. Originalmente se pensaba que las monedas encontradas eran escudos de oro de la era colonial, pero posteriormente se mencionó que se trataba de “aztecas”.

Estas monedas, con un valor nominal de veinte pesos oro, comenzaron a ser acuñadas en 1905. Lo más probable es que este “entierro” se haya realizado durante los años de la revolución.

Quema de bruja en Congregación Hidalgo. A continuación transcribo una nota de “La Idea” “revista quincenal de literatura, artes, ciencias, agricultura, industria y comercio”, de Villa Lerdo, Durango. Corresponde al 15 de junio de 1892, y es de interés para los torreonenses porque “La Congregación del Torreón” entonces se ubicaba en el municipio de Matamoros de La Laguna. No fue sino hasta meses después, el 24 de febrero de 1893, que fue creada la municipalidad de la Villa del Torreón.

Se trata del intento de dar muerte a una anciana bajo la sospecha de ser bruja y de tener hechizada a una señora. El texto de la noticia tiene el marcado sabor de los años ochocientos, y es casi de un solo párrafo. Es decir, a diferencia de los modernos textos periodísticos, carece de frases cortas. He aquí el texto:

“¡Bárbaros! A mediados de mayo último, dos salvajes de la Congregación de Hidalgo (Matamoros de La Laguna) llamados Librado y Francisco, ambos Rodríguez, con pretexto de que una pobre vieja de nombre Petra Rodríguez tenía embrujada a la madre del primero, la secuestraron y después de tenerla varios días encerrada, la llevaron al monte donde la golpearon atrozmente y por último la pusieron atada sobre un montón de leña a la que le prendieron fuego, y solo consintieron en quitarla de él cuando prometió desembrujar a la estúpida que se decía embrujada, pero no sin haber sufrido fuertes quemaduras, las que unidas a los fuertes golpes que antes le dieron, la dejaron en tan lamentable estado que según la opinión facultativa, le originarán la muerte. Los salvajes huyeron y hasta la fecha aún no han sido aprehendidos por la autoridad que tomó conocimiento del delito y que los persigue activamente”.

Otro caso de quema de brujas. Por otros reportes similares que he podido localizar, pareciera que la costumbre de quemar “brujas” estaba muy extendida durante el último tercio del siglo XIX en México.

En un caso bastante sonado, descrito en el New York Times del 25 de mayo de 1874, un tal señor Castilla, alcalde de un lugar llamado Jacobo, reportó de manera oficial al Prefecto de su distrito, que el 4 de abril de 1874, arrestó, enjuició y quemó vivos a José María Bonilla y a su esposa Diega, bajo acusación de hechicería. Supuestamente se les había probado que habían embrujado a un tal Silvestre Zacarías.

Un día antes de la ejecución, el ciudadano Parrás, a manera de prueba final, hizo que Zacarías bebiera tres sorbos de agua bendita, con el resultado de que éste vomitó fragmentos de una colcha y montones de cabello.

El alcalde afirmaba que la gente del lugar estaba ya verdaderamente exasperada a causa de los hechiceros, y pedía que fueran quemados. La sentencia se llevó a cabo con su aprobación, y afirmaba más aún, que le tenía el ojo puesto en otros hechiceros, de quienes se quejaban los ciudadanos.

El Diario Oficial de esta ciudad confirmó el reporte, y afirmó que varias familias de la localidad desde entonces habían presionado al alcalde, para que mandara quemar a otra anciana y a su hijo, por la misma razón.

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