Hoy se cumplen 43 años desde aquel 2 de octubre de 1968, día aciago, mancha negra en la historia de las instituciones políticas mexicanas. En efecto, el Estado surgido de
La respuesta gubernamental ante el “atrevimiento” fue aplastante, intolerante, sangrienta, la recordamos todos los mexicanos. No hay manera de describir las pérdidas que ese 2 de octubre sufrió nuestra nación, particularmente en términos de material humano y credibilidad política.
Los jóvenes estudiantes que se manifestaron en 1968 eran, antes que nada, jóvenes que creían en las instituciones políticas mexicanas, y en el respeto a sus garantías individuales. Su error de apreciación lo pagaron con la vida. Eran jóvenes alegres, llenos de vida, ávidos lectores y críticos. México perdió con ellos un enorme capital humano para su futuro.
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