Comienzan a aparecer en nuestra comarca las consecuencias “indeseadas” de una avenida de agua del Nazas como la de 1991. A la distancia, borramos los malos recuerdos y nos quedamos solamente con los buenos.
Cuando no había presas y las aguas del río corrían libremente, la población regional sabía perfectamente que lugares eran seguros y cuáles no. En 1991, tras años de que el agua del Nazas no fluía por su lecho, sucedió que algunas norias cegadas, cubiertas por la mancha urbana, se desplomaron a causa de la capilaridad de la tierra, la cual permitió que el agua las humedeciera de nuevo.
Uno de estos terribles casos involucró a una señora, Consuelo Dávalos, que a pesar de estar durmiendo en la seguridad de su casa, desapareció con todo y cama cuando la tierra se abrió a sus pies por la causa mencionada. Esto sucedió en agosto de 1991. Jamás pudo ser rescatada, ni viva ni muerta. Doña Consuelo vivía en la colonia Emiliano Zapata de Ciudad Lerdo, Durango.
En circunstancias similares, con una nueva avenida del río, otro enorme agujero se ha abierto apenas a unos metros de donde desapareciera la señora Dávalos. La repetición del fenómeno hace temer a los vecinos de la colonia por su propia seguridad. Nadie sabe cuáles son las características del subsuelo en ese lugar, ni cómo les afecta la presencia del agua del río Nazas en sus avenidas.
Cuando no había presas y las aguas del río corrían libremente, la población regional sabía perfectamente que lugares eran seguros y cuáles no. En 1991, tras años de que el agua del Nazas no fluía por su lecho, sucedió que algunas norias cegadas, cubiertas por la mancha urbana, se desplomaron a causa de la capilaridad de la tierra, la cual permitió que el agua las humedeciera de nuevo.
Uno de estos terribles casos involucró a una señora, Consuelo Dávalos, que a pesar de estar durmiendo en la seguridad de su casa, desapareció con todo y cama cuando la tierra se abrió a sus pies por la causa mencionada. Esto sucedió en agosto de 1991. Jamás pudo ser rescatada, ni viva ni muerta. Doña Consuelo vivía en la colonia Emiliano Zapata de Ciudad Lerdo, Durango.
En circunstancias similares, con una nueva avenida del río, otro enorme agujero se ha abierto apenas a unos metros de donde desapareciera la señora Dávalos. La repetición del fenómeno hace temer a los vecinos de la colonia por su propia seguridad. Nadie sabe cuáles son las características del subsuelo en ese lugar, ni cómo les afecta la presencia del agua del río Nazas en sus avenidas.
Ante el aumento del volumen del agua que se está encauzando al lecho del río, algunos vecinos de lugares que ahora peligran, han sido evacuados. La alarma se ha extendido ya hasta las jurisdicciones de los municipios de Matamoros, Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias, en Coahuila.
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