El puente del tranvía durante la creciente del Nazas de 1923
Gran entusiasmo ha causado la llegada de las aguas del inmemorial Río Nazas, las cuales fluyen por su propio cauce, y no por la red de canales de la Comarca Lagunera. Los jóvenes son los más interesados en ver el arribo de “la punta” de la avenida, la cual se calculaba que a las diez de la mañana de hoy estaría pasando bajo los puentes de Torreón a Gómez Palacio, a la altura de la calle Múzquiz.
Hoy al amanecer había muchos de estos jóvenes —los cuales nunca han visto las aguas del Nazas correr por su lecho— sobre los puentes de Gómez Palacio y Torreón. Incluso, muchos de ellos se quedaron a dormir ahí con sus familias, por si el agua llegaba antes. Muchos otros visten uniformes de colegios y escuelas, lo cual nos hace pensar que el espectáculo del agua prevalecerá sobre la asistencia a clases.
Este entusiasmo nos recuerda los viejos tiempos, cuando los productores de algodón y la población en general festejaban en grande la llegada de las aguas. Se dice que la champaña corría a raudales, y que grandes cantidades de esa bebida eran derramadas en el río, al que se “convidaba a beber y celebrar”.
Si Venecia celebraba las simbólicas fiestas de bodas con el mar, el cual era condición de su poderío naval y comercial, Torreón siempre celebró la llegada de las aguas del Nazas, fuente de la riqueza agropecuaria de la Comarca Lagunera. Y aunque los jóvenes de 17 años abajo nunca han visto la llegada de las aguas, su alegría se equipara a la de los viejos tiempos.
Hoy al amanecer había muchos de estos jóvenes —los cuales nunca han visto las aguas del Nazas correr por su lecho— sobre los puentes de Gómez Palacio y Torreón. Incluso, muchos de ellos se quedaron a dormir ahí con sus familias, por si el agua llegaba antes. Muchos otros visten uniformes de colegios y escuelas, lo cual nos hace pensar que el espectáculo del agua prevalecerá sobre la asistencia a clases.
Este entusiasmo nos recuerda los viejos tiempos, cuando los productores de algodón y la población en general festejaban en grande la llegada de las aguas. Se dice que la champaña corría a raudales, y que grandes cantidades de esa bebida eran derramadas en el río, al que se “convidaba a beber y celebrar”.
Si Venecia celebraba las simbólicas fiestas de bodas con el mar, el cual era condición de su poderío naval y comercial, Torreón siempre celebró la llegada de las aguas del Nazas, fuente de la riqueza agropecuaria de la Comarca Lagunera. Y aunque los jóvenes de 17 años abajo nunca han visto la llegada de las aguas, su alegría se equipara a la de los viejos tiempos.
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