Haciendo eco a un conocido columnista, concuerdo en que es una verdadera lástima que un evento amable, como debiera ser aquél dedicado a la presentación de un libro, se convierta en pretexto para la celebración de un agresivo mitin político.
Nada tengo en contra de la libertad de expresión. Pero hay lugares para debatir o argumentar sobre encuentros o desencuentros políticos. Y ese lugar para nada se corresponde con el recinto donde se presenta un libro de historia. Mal negocio cuando un acto así se usa como foro para expresar preferencias o consignas partidistas.
Nada tengo en contra de la libertad de expresión. Pero hay lugares para debatir o argumentar sobre encuentros o desencuentros políticos. Y ese lugar para nada se corresponde con el recinto donde se presenta un libro de historia. Mal negocio cuando un acto así se usa como foro para expresar preferencias o consignas partidistas.
En el caso presente, se atentó contra la buena imagen del cronista, aunque sea emérito (es decir, pretérito, uno que fue Cronista Oficial en el pasado). Se rompió la sana distancia que un oficio de esta naturaleza debe guardar hacia los partidos políticos. Lamentable...
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