Como usuario cotidiano del transporte urbano, he tenido oportunidad de escuchar los comentarios de muchos taxistas quienes, a su vez, sintetizan y divulgan los comentarios de sus clientes. En Torreón, tomar un taxi puede ser como sentarse a la mesa para tomar un café con un amigo ocasional, o como entrar a un confesionario donde ministros y fieles intercambian las más profundas convicciones.
Puedo decir que en los párrafos que siguen, he captado la idea de lo que es la opinión generalizada de taxistas y pasajeros en torno a un espinoso “problema” que no es percibido como un problema propio de La Comarca, sino como algo muy regionalizado en el centro del País. No obstante, hay consenso en que este problema puede generar consecuencias para todos los mexicanos. Mi opinión coincide con la de taxistas y pasajeros. He aquí sus percepciones:
Pareciera que el vértigo que padece el ex candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, no tuviera límite. Empeñado en asumirse como presidente legítimo de México, no quiere darse cuenta de que jamás se ha demostrado el presunto fraude en las elecciones presidenciales del 2006, y que por lo tanto, no tiene derecho alguno para alegar legitimidad en sus pretensiones de poder, mientras no se lleve a cabo el recuento de voto por voto, y casilla por casilla, que la verdad, nos parece más que justo en un asunto de tanta trascendencia política y social. Si Calderón efectivamente ganó con limpieza, nada tiene que temer de este recuento.
Triste papel el que representa alguien que llegó a tener tanto capital político, y que en lugar de sumar fuerzas de manera institucional y creativa por el bienestar de todos los mexicanos, como lo prometía durante su campaña, se ha convertido a sí mismo en crítico de las acciones de la presidencia. Y por supuesto, no faltan quienes simulan seguirle el juego, mero pretexto para chantajear al país buscando su propia ganancia.
Estas personas embriagadas –por gusto o por conveniencia- de mesianismo populista están jugando con fuego. Lo único que aportan sus acciones es inestabilidad e incertidumbre. Su creencia de que pueden vivir de manera permanente en constante y ciega oposición a la vida institucional de México, puede crear un problema mucho mayor que el que supuestamente están denunciando. La primera condición para la construcción de la paz social, es la paz, la vida institucional. Otros países pueden aprovechar esta debilidad presidencial para imponerle a México sabrá Dios que cosas, quizá la militarización del país por temor al "terrorismo antinorteamericano".
Puedo decir que en los párrafos que siguen, he captado la idea de lo que es la opinión generalizada de taxistas y pasajeros en torno a un espinoso “problema” que no es percibido como un problema propio de La Comarca, sino como algo muy regionalizado en el centro del País. No obstante, hay consenso en que este problema puede generar consecuencias para todos los mexicanos. Mi opinión coincide con la de taxistas y pasajeros. He aquí sus percepciones:
Pareciera que el vértigo que padece el ex candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, no tuviera límite. Empeñado en asumirse como presidente legítimo de México, no quiere darse cuenta de que jamás se ha demostrado el presunto fraude en las elecciones presidenciales del 2006, y que por lo tanto, no tiene derecho alguno para alegar legitimidad en sus pretensiones de poder, mientras no se lleve a cabo el recuento de voto por voto, y casilla por casilla, que la verdad, nos parece más que justo en un asunto de tanta trascendencia política y social. Si Calderón efectivamente ganó con limpieza, nada tiene que temer de este recuento.
Triste papel el que representa alguien que llegó a tener tanto capital político, y que en lugar de sumar fuerzas de manera institucional y creativa por el bienestar de todos los mexicanos, como lo prometía durante su campaña, se ha convertido a sí mismo en crítico de las acciones de la presidencia. Y por supuesto, no faltan quienes simulan seguirle el juego, mero pretexto para chantajear al país buscando su propia ganancia.
Estas personas embriagadas –por gusto o por conveniencia- de mesianismo populista están jugando con fuego. Lo único que aportan sus acciones es inestabilidad e incertidumbre. Su creencia de que pueden vivir de manera permanente en constante y ciega oposición a la vida institucional de México, puede crear un problema mucho mayor que el que supuestamente están denunciando. La primera condición para la construcción de la paz social, es la paz, la vida institucional. Otros países pueden aprovechar esta debilidad presidencial para imponerle a México sabrá Dios que cosas, quizá la militarización del país por temor al "terrorismo antinorteamericano".
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