Biblia de Casiodoro de Reina, 1569.
Uno de los aspectos más interesantes de la personalidad del recientemente fallecido Carlos Monsiváis, era su fe protestante. Esta fe no la adquirió como ex católico, sino que le venía de familia, por su madre doña Esther Monsiváis.
Monsiváis fue coautor del libro “Protestantismo, diversidad y tolerancia” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2002) y desde luego, también fue un intelectual que defendió los derechos de las minorías religiosas, particularmente de adeptos e instituciones protestantes.
La “enciclopedia” de Monsiváis, es decir, su acervo cultural, incluía en primerísimo lugar, la Biblia, en la versión castellana de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (1569-1602), muy conocida como Biblia Reina-Valera, de la cual hay revisiones actualizadas de 1960 y 1990.
De ahí que Monsiváis diera gran relevancia, en su imaginario, a estos castellanos “heterodoxos” y a muchos otros íconos, hechos y movimientos centrales en la historia de las Iglesias Reformadas, como Jan Hus, Lutero, Calvino, Teodoro de Beza, Zwinglio, John Bunyan, John Milton, los puritanos, los cuáqueros, la Escuela Dominical, los hugonotes, el almirante de Coligny, la Noche de San Bartolomé, Aggripa D’Aubigné, John Wesley, John Brown, Karl Barth, Martin Luther King, Desmond Tutu.
No debe de extrañar, pues, que un personaje como Carlos Monsiváis, destacara por su voz profética. Hay una relación de causa-efecto entre el bagaje cultural de Monsiváis y su actitud crítica hacia el poder. Ya que abordamos este artículo en un contexto bíblico, entendamos que en la Biblia, el profeta no es el que predice el futuro. En el uso cotidiano de Israel, “profeta” significaba más bien “intérprete de la voluntad divina para la humanidad” o “el que mira y declara las cosas desde el punto de vista de Dios”. Los profetas siempre fueron promotores del cambio social, al denunciar la injusticia, la falsedad y la opresión. Por esa razón siempre fueron perseguidos por los poderosos.
Monsiváis fue distinguido con señalados reconocimientos y premios, entre ellos el Príncipe Claus que otorga Holanda (1998), la medalla Gabriela Mistral de Chile (2001) y el Premio FIL de Literatura de Guadalajara (antes Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo) de 2006, así como con un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Arizona (2006).
Monsiváis fue coautor del libro “Protestantismo, diversidad y tolerancia” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2002) y desde luego, también fue un intelectual que defendió los derechos de las minorías religiosas, particularmente de adeptos e instituciones protestantes.
La “enciclopedia” de Monsiváis, es decir, su acervo cultural, incluía en primerísimo lugar, la Biblia, en la versión castellana de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (1569-1602), muy conocida como Biblia Reina-Valera, de la cual hay revisiones actualizadas de 1960 y 1990.
De ahí que Monsiváis diera gran relevancia, en su imaginario, a estos castellanos “heterodoxos” y a muchos otros íconos, hechos y movimientos centrales en la historia de las Iglesias Reformadas, como Jan Hus, Lutero, Calvino, Teodoro de Beza, Zwinglio, John Bunyan, John Milton, los puritanos, los cuáqueros, la Escuela Dominical, los hugonotes, el almirante de Coligny, la Noche de San Bartolomé, Aggripa D’Aubigné, John Wesley, John Brown, Karl Barth, Martin Luther King, Desmond Tutu.
No debe de extrañar, pues, que un personaje como Carlos Monsiváis, destacara por su voz profética. Hay una relación de causa-efecto entre el bagaje cultural de Monsiváis y su actitud crítica hacia el poder. Ya que abordamos este artículo en un contexto bíblico, entendamos que en la Biblia, el profeta no es el que predice el futuro. En el uso cotidiano de Israel, “profeta” significaba más bien “intérprete de la voluntad divina para la humanidad” o “el que mira y declara las cosas desde el punto de vista de Dios”. Los profetas siempre fueron promotores del cambio social, al denunciar la injusticia, la falsedad y la opresión. Por esa razón siempre fueron perseguidos por los poderosos.
Monsiváis fue distinguido con señalados reconocimientos y premios, entre ellos el Príncipe Claus que otorga Holanda (1998), la medalla Gabriela Mistral de Chile (2001) y el Premio FIL de Literatura de Guadalajara (antes Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo) de 2006, así como con un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Arizona (2006).
Aunque este Cronista Oficial no es afecto a calificar con epítetos ni calidades, debe reconocer que con Monsiváis, México perdió a su protestante más notorio.
Existe un interesante artículo en línea, que en parte hemos consultado, y que fue escrito horas antes de la muerte de Monsiváis, por el sociólogo, escritor e historiador mexicano Carlos Martínez García. El artículo lleva por título “La «iconografía heterodoxa« de Carlos Monsiváis”. El enlace a dicho artículo se añade bajo este texto.
http://www.protestantedigital.com/new/nowleernoticiaDom.php?r=334&n=17099
http://www.protestantedigital.com/new/nowleernoticiaDom.php?r=334&n=17099
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