Escudo de Torreón

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viernes, junio 11, 2010

99 años del genocidio



El pasado 15 de mayo se cumplieron 99 años de la terrible matanza de torreonenses de origen chino, suscitada con motivo de la entrada de las fuerzas revolucionarias maderistas en 1911.

Algunas fuentes documentales señalan como presuntos responsables de la matanza y robo contra los orientales, a Jesús y Trinidad Casiano, Cresencio y Manuel Soto, Lázaro Sifuentes, Benjamín Argumedo y Plácido Orduña, individuos contra quienes se giró orden de aprehensión bajo esos cargos, el 12 de agosto de 1912.

Cuando uno lee los testimonios (jurados ante autoridad judicial) de las personas que presenciaron el desarrollo y los resultados de estas acciones genocidas, resulta muy clara la verdad histórica de los acontecimientos. Ni siquiera a los prisioneros de guerra se les quitaba la vida, y mucho menos de ese manera tan salvaje. Un balazo en el corazón o en la frente sugiere asesinato a sangre fría, sobre una víctima desarmada e inerme. Un espantosa herida de sable en la cabeza, sugiere que ésta se propinó desde un lugar más alto que la cabeza de la víctima, es decir, sobre un caballo. Y a pesar de que han transcurrido 99 años desde esta matanza genocida de Torreón, el caso no se ha cerrado. La verdad histórica no ha prevalecido.

Escuchemos las voces de los testigos:

La señorita Dolores Ramírez, originaria de Fresnillo, Zacatecas y Jefe de Enfermeras del hospital de Torreón, tuvo la oportunidad de reconocer los cadáveres de 130 de los 206 que tenía conocimiento. Sobre las heridas que presentaban los cuerpos, la enfermera Ramírez menciona textualmente “que los cadáveres de chinos recogidos presentaban heridas diversas, unas por arma de fuego, y en otras se notaban los machetazos, encontrándose algunos que tenían fracturado y aún dividido completamente el cráneo, pero en la mayoría estaban con un tiro en el corazón o en la frente” Las únicas muertes que presenció esta enfermera las describe así “que ella solo presenció la muerte de dos chinos que fueron matados por unos al parecer soldados maderistas, quienes los hirieron por la espalda cuando caminaban delante de ellos”.

Estos chinos de los que habla la señorita Ramírez no murieron combatiendo, sino como inermes prisioneros, o bien, perseguidos por la caballería maderista. Se habla de “machetazos” que nosotros entendemos serían heridas de sable militar.

Recordemos que la versión oficial de este incidente reporta una carga de caballería sable en mano, contra el populacho de Torreón, para supuestamente acabar sus agresiones contra los chinos. ¿Puede ser esta una versión distractiva de la verdad? ¿Pudo una buena cantidad de chinos ser perseguidos a caballo, sable en mano, y aniquilados de esta manera?

Otro testigo, Aurelio Olivares, menciona chinos muertos y tirados en el cruce de Ramón Corona y Juárez (donde ahora se encuentra el Hotel Calvete), “y por todas partes veía mucha gente que llevaba cargados objetos diversos; que al pasar por el Parián, ya vio al Montepío y el comercio “La Prueba” enteramente saqueados, pues no quedaban allí ni tablas”.

Otra testigo, la señora Brígida Cumpián de García, mencionaba en su testimonio que el 15 de mayo de 1911, “que el día quince de mayo último y estando en su casa calle de Guadalupe y avenida Victoria, en “El Paso del Águila” comenzó a ver mucha gente que pasaba, y que eran soldados maderistas que entraban a la población, pero que no se daba cuenta de lo que pasaba; que como a las nueve de la mañana vio que venían del rumbo de las huertas dos muchachos que ha sabido por la gente del barrio, que son hijos de un señor Eusebio Casiano, dueño de un molino de maíz cerca de “El Palomar” y a espaldas del comercio “El Pilón de Oro”, conduciendo a catorce chinos a los cuales iban arreando como ovejas: que al llegar frente a la casa de la declarante, algunos de los chinos que iban “tiembla y tiembla” se metieron a la puerta y los muchachos que los conducían pretendían sacarlos: que en esos momentos salió de su casa Atanasio Sánchez, que vive enfrente de la casa de la que habla, y se dirigió a donde estaban los otros, preguntándoles “qué le pasa a la señora García” a lo que la que habla le contestó “que esos jóvenes traían a los chinos, que no sabía lo que iban a hacer con ellos, y que si algo querían hacerles, que los llevaran por otro lado y no allí a su casa; que no oyó lo que diría Sánchez, pero que entre él y los que lo acompañaban, recogieron a los chinos y se los trajeron para el interior de la población; que como a los dos minutos oyó unos disparos y desde luego se imaginó que habían matado a los chinos, pero que por de pronto no salió, lo cual hizo poco después viendo que a poca distancia de su casa estaban unos treinta pasos de distancia, estaban los cadáveres, y que solamente los dos muchachos y Sánchez eran los que conducían a esos chinos, estando los tres armados; que cerca del lugar donde cayeron vive el señor Pablo Sifuentes y otras personas que la declarante no sabe cómo se llaman.”

Otra declaración es la de la testigo Eugenia Rodríguez, quien afirma que “en la misma fecha nueve de enero de mil novecientos doce, presente la señora Eugenia Rodríguez, previa protesta de ley… dijo: que el día quince de mayo último estuvo en su casa, y solo presenció que unos maderistas montados a caballo traían a unos chinos del rumbo de las huertas, y vio que en la casa “El Paso del Águila” se amontonaron, y oyó que se disparó un balazo; que entonces, por temor de que fuera a pegarle una bala, cerró y ya no vio más; que no conoció a ninguno de los maderistas porque los vio a bastante distancia, que a su casa fue un maderista, muchacho él, alto sin bigote del que no puede dar más señas, preguntando que, si había más chinos, que los echara afuera, y que cuando ya pudieron abrir la puerta, allí enfrente de su casa, en un llano que hay, estaban regados muchos chinos, y había uno en la banqueta de “El Paso del Águila”; que no conoció a Atanasio Sánchez, ni tampoco a los Casiano, siendo esto lo único que sabe.”

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