Imágenes de The Washington Post
A las 11 de la mañana de Torreón, las 12 de la ciudad de Washington, D.C., Barack Obama juró su cargo ante una multitud que se calculó en aproximadamente 2 millones de personas. El cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos es un demócrata de color.
Como alguien que da más importancia a los hechos que a las formas, trastabilló un poco al hacer el juramento formal. Al parecer, no lo sabía de memoria, y en cierto momento, se detuvo para que el Presidente de la Suprema Corte se lo repitiera.
Apenas terminado el juramento, sonaron las fanfarrias, se escuchó el rugido de alegría de la multitud presente, y retumbó la salva de cañonazos que corresponde a la dignidad presidencial. Mucha gente durmió en la fría calle invernal, con el objeto de tener un buen lugar para presenciar el espectáculo.
El día amaneció soleado en Washington. Por la alegría de la gente, y por la cantidad que acudió para ver personalmente el evento, se diría que existe la percepción de que se trata de una fecha histórica. Histórica porque se trata de un presidente de color, y porque finalmente amaneció sobre un período de obscuridad que duró 8 años. Los estadounidenses sienten que están en el umbral de un cambio significativo. Ojalá no se equivoquen.
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