Nota periodística de 1907
En estos momentos en que se ha colocado bajo los reflectores el papel de los museos como posibles agentes de cambio social, hay que mencionar otro tipo de empresas que requieren con urgencia de un análisis similar.
Los medios de comunicación tienen bajo su responsabilidad una tarea bien delicada: hacer que “la realidad real” coincida con “la realidad social”. Es decir, que la realidad de los hechos coincida con lo que la sociedad percibe —a través de los medios— como realidad (realidad social o mediática).
Aunque la sociedad tiene el derecho a ser informada con toda veracidad, y los medios de comunicación masiva tienen la obligación de ser veraces, hay factores que vician esta obligación.
Después de todo, México vive en una sociedad capitalista, y las empresas de medios de comunicación son precisamente eso: empresas que buscan el lucro y la ganancia. En teoría, los medios deberían lucrar siendo veraces. Pero, al analizar el largo desempeño que han tenido en México, sabemos que ni todas estas empresas ni muchos de los individuos que las conforman, son inmunes a la corrupción o a la falta de ética profesional, cualquiera que sea la forma que estos vicios adopten.
La vieja teoría de la escuela de Frankfurt no deja de tener algo de razón: los medios y el poder pueden ser socios. Los medios pueden mantener la visión de la realidad que convenga al poder, al afirmar, callar, maquillar e interpretar convenientemente los hechos, o bien al controlar las voces que pueden tener acceso al espacio mediático. Y no necesariamente hablamos de asociación con el poder político, desde luego, se incluye el poder económico.
Los medios de comunicación tienen bajo su responsabilidad una tarea bien delicada: hacer que “la realidad real” coincida con “la realidad social”. Es decir, que la realidad de los hechos coincida con lo que la sociedad percibe —a través de los medios— como realidad (realidad social o mediática).
Aunque la sociedad tiene el derecho a ser informada con toda veracidad, y los medios de comunicación masiva tienen la obligación de ser veraces, hay factores que vician esta obligación.
Después de todo, México vive en una sociedad capitalista, y las empresas de medios de comunicación son precisamente eso: empresas que buscan el lucro y la ganancia. En teoría, los medios deberían lucrar siendo veraces. Pero, al analizar el largo desempeño que han tenido en México, sabemos que ni todas estas empresas ni muchos de los individuos que las conforman, son inmunes a la corrupción o a la falta de ética profesional, cualquiera que sea la forma que estos vicios adopten.
La vieja teoría de la escuela de Frankfurt no deja de tener algo de razón: los medios y el poder pueden ser socios. Los medios pueden mantener la visión de la realidad que convenga al poder, al afirmar, callar, maquillar e interpretar convenientemente los hechos, o bien al controlar las voces que pueden tener acceso al espacio mediático. Y no necesariamente hablamos de asociación con el poder político, desde luego, se incluye el poder económico.
Sin duda alguna, los medios de comunicación están llamados a tener un papel histórico en torno a lo que ocurra con nuestra sociedad. Pueden ser verdaderos agentes de cambio para bien, o agentes de perpetuación de los males que aquejan a nuestra comunidad regional o nacional. Pero por lo pronto, la pretensión de que los medios tienen derecho sobre la realidad para modificarla a conveniencia, es arbitraria y absurda. Entre la “construcción” de la realidad mediática y la manipulación social, no hay ninguna diferencia.
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