La fotografía que mostramos fue tomada en 1926 por J. Sosa en la hacienda de Cuba, jurisdicción de Gómez Palacio, Dgo. La instantánea da cuenta de la ocasión en que la familia Faya -propietaria de la hacienda- ofreció un almuerzo al excelentísimo marqués de Berna, ministro del rey Alfonso XIII de España. Este político aristócrata se encontraba de visita en la Comarca Lagunera para conocer de los intereses de la numerosa colonia española en la región, y para enterarse personalmente de la notoria potencia económica de La Laguna. Para ello se organizaron recorridos por las principales haciendas, entre ellas Cuba.
La fotografía nos muestra un grupo de personas entre los que sobresale el marqués mismo, despojado del protocolario saco y los tirantes a la vista, lo cual nos indica que ya había realizado el recorrido por las diferentes dependencias de la hacienda y que se encontraba acalorado. Los otros caballeros, en cambio, conservaron puestos sus sacos y chalecos, porque se trataba de gente ya acostumbrada a nuestro sol y clima.
Las damas lucen el "chemisse" con drapeados y acuchillados de los veintes, pelo corto a la moda. Era la época de "las pelonas". Un fenómeno social muy interesante fue la ruptura que la primera posguerra del siglo XX provocó en las actitudes de las mujeres estadounidenses ante la vida. El nuevo ideal quería mostrar a una mujer que fuera y pareciera independiente, alegre y desafiante. Este ideal estético pasó a las diferentes clases sociales de México, dejando constancia del "escándalo" que provocó la nueva moda en numerosas piezas musicales de la época, como la muy conocida y bailable "Ya llegaron las pelonas".
Otra, cuya letra es citada por Manuel Gamio en The life story of the mexican inmigrant (New York: Dover, 1971) dice "Las muchachas de San Antonio/ son flojas pa´l metate/ quieren andar pelonas/ con sombreros de petate. Se acabaron las pizcas/ se acabó el algodón/ ya andan las pelonas/ de puro vacilón."
Algo que llama la atención en esta fotografía es la amplia gama de actitudes captadas por este documento gráfico, y que van desde la adusta autoridad del patricio hasta la "insolencia" del perro que trata de rascarse sin importarle en lo absoluto la presencia del selecto grupo ni mucho menos la del fotógrafo, quien seguramente -por temor a perder la gráfica- no quiso esperar a que el animal se retirara.
Notemos la coquetería de las posturas y gestos de las damas y las sonrisas entre nerviosas y burlonas de los caballeros, que no saben hasta dónde podrá llegar el animalito en presencia de tan distinguida visita.
El original de esta fotografía fue donada al Archivo Histórico de la UIA-Laguna por el señor Victoriano González Faya.
La fotografía nos muestra un grupo de personas entre los que sobresale el marqués mismo, despojado del protocolario saco y los tirantes a la vista, lo cual nos indica que ya había realizado el recorrido por las diferentes dependencias de la hacienda y que se encontraba acalorado. Los otros caballeros, en cambio, conservaron puestos sus sacos y chalecos, porque se trataba de gente ya acostumbrada a nuestro sol y clima.
Las damas lucen el "chemisse" con drapeados y acuchillados de los veintes, pelo corto a la moda. Era la época de "las pelonas". Un fenómeno social muy interesante fue la ruptura que la primera posguerra del siglo XX provocó en las actitudes de las mujeres estadounidenses ante la vida. El nuevo ideal quería mostrar a una mujer que fuera y pareciera independiente, alegre y desafiante. Este ideal estético pasó a las diferentes clases sociales de México, dejando constancia del "escándalo" que provocó la nueva moda en numerosas piezas musicales de la época, como la muy conocida y bailable "Ya llegaron las pelonas".
Otra, cuya letra es citada por Manuel Gamio en The life story of the mexican inmigrant (New York: Dover, 1971) dice "Las muchachas de San Antonio/ son flojas pa´l metate/ quieren andar pelonas/ con sombreros de petate. Se acabaron las pizcas/ se acabó el algodón/ ya andan las pelonas/ de puro vacilón."
Algo que llama la atención en esta fotografía es la amplia gama de actitudes captadas por este documento gráfico, y que van desde la adusta autoridad del patricio hasta la "insolencia" del perro que trata de rascarse sin importarle en lo absoluto la presencia del selecto grupo ni mucho menos la del fotógrafo, quien seguramente -por temor a perder la gráfica- no quiso esperar a que el animal se retirara.
Notemos la coquetería de las posturas y gestos de las damas y las sonrisas entre nerviosas y burlonas de los caballeros, que no saben hasta dónde podrá llegar el animalito en presencia de tan distinguida visita.
El original de esta fotografía fue donada al Archivo Histórico de la UIA-Laguna por el señor Victoriano González Faya.
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