Hoy,
21 de mayo de 2012, se cumplen 227 años desde que el rey Carlos III firmó, en el Palacio de
Aranjuez, la separación de las Comarcas Laguneras de Coahuila y Durango.
Para
muchas personas, sobre todo desde la óptica saltillense y duranguense, La
Laguna de Coahuila y de Durango constituyen dos territorios “separatistas” que
“inexplicable y tercamente” tratan de unirse. Es decir, lo interpretan como un
fenómeno de separatismo y se califica como algo “pretencioso” e indeseable,
casi un acto de traición a los estados madre de Coahuila y Durango.
Saltillo
y Monclova cargan ya con el trauma de la separación de Texas cuando ésta era
parte de Coahuila y aquéllas sus capitales, por lo cual hablar de secesión de
parte del territorio estatal les enerva.
Sin
embargo, sobre La laguna, la historia nos da una perspectiva muy diferente. La
Comarca Lagunera fue arbitrariamente separada en dos por el monarca español al
final de su reinado. El 21 de mayo de 1785, Carlos III firmó el nombramiento
del nuevo gobernador de la Nueva Vizcaya, don Felipe Díaz de Ortega. Ese
nombramiento mandaba asimismo la separación de la jurisdicción de La Laguna
entre Coahuila y Durango.Una parte se quedó en la Nueva Vizcaya, y la otra fue
añadida a Coahuila, que en esa época era solamente la parte centro y norte del
estado actual.
La
Laguna conformaba una región integral que fue arbitrariamente separada durante
el último tercio del siglo XVIII; como sucedió con Berlín, se trata de dos
jurisdicciones que buscan reunirse tras haber sido separadas, y no de dos
regiones separatistas que buscan configurar la unidad por vez primera.
En
efecto, desde 1594 la región era conocida como “Provincia de La Laguna”. El 6
de abril de ese año, Felipe II permitió a los jesuitas pasar a evangelizar
dicha “provincia” (la palabra se usaba en el sentido de región).
En
1598, con la fundación de Parras, esta percepción se formalizó al erigir la
Alcaldía Mayor de “Parras, Laguna y Río de las Nazas”. Antón Martín Zapata fue
el primer Justicia Mayor de dicha jurisdicción.
Las
misiones Jesuitas de esta provincia y Alcaldía Mayor incluían Mapimí, San Juan
de Casta (León Guzmán), Cinco Señores (Nazas) y muchísimas otras poblaciones de
La Comarca. Esta provincia o Alcaldía Mayor se ubicaba en la Gobernación de la
Nueva Vizcaya.
Por
si fuera poco lo anterior, al unirse por matrimonio las familias de los
marqueses de Aguayo y la de los condes de San Pedro del Álamo durante el primer
tercio del siglo XVIII, las posesiones de ambas familias prácticamente
coincidieron con lo que llamamos Comarca Lagunera de Coahuila y Durango. La
administración de la producción agropecuaria de toda la región se llevó a cabo
de manera unitaria e integral durante casi un siglo. Pasaban trabajadores con
sus familias de uno a otro punto, y se configuraron lazos y redes de parentesco
en toda esta área.
No
fue sino hasta la reforma jurisdiccional y creación de la Comandancia de las
Provincias Internas que la parte de la Comarca Lagunera ubicada al oriente del
Río Nazas fue incorporada a la Provincia de Coahuila (1787).
Insisto:
bajo esta perspectiva, las dos Comarcas laguneras no son dos regiones que
tratan de separarse y unirse por capricho, sino dos regiones que jamás han
perdido su sentido de identidad y de unidad. LA LAGUNA ES UNA.