Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

jueves, enero 28, 2010

Enero llegó pisando fuerte




Enero de 2010 ha sido un mes, de muchas maneras, sorprendente. En el ámbito regional, hubo varios días bastante fríos. Todos sabemos que en Torreón, durante los meses de invierno y en circunstancias normales, las mañanas y las noches pueden ser frías, pero nuestro sol radiante suele elevar la temperatura, generando días templados y hasta cálidos.

Pero en días pasados, el viento del norte y los nublados mantuvieron a nuestra región a temperaturas constantes de 6 y 7 grados Celsius. Los hogares laguneros que no cuentan con sistemas de calefacción, se enfriaron en gran medida. Afortunadamente, los postreros días de enero parecieran ser de febrero, por la temperatura agradable, el viento inquieto y los remolinos de hojas otoñales.

El cambio de la administración municipal de Torreón se ha dejado ver de manera constante durante este mes, por medio de la renovación de los pavimentos asfálticos de las principales calles y avenidas de Torreón, así como por el intenso cuidado de parques y jardines que hasta diciembre último, parecían completamente abandonados. Puntos buenos para Eduardo Olmos.

En enero ocurrió el terrible sismo de Haití, que por su magnitud y fuerza destructiva, resultó muchísimo peor que el tsunami indonesio de 2004. El terremoto haitiano ha dejado más de 150 mil muertes, infinidad de heridos y damnificados y al país en una situación de verdadera pesadilla. Se trata de un país tradicionalmente pobre, que ahora ha quedado reducido a su mínima expresión, y por si fuera poco, ocupado por fuerzas militares estadounidenses.

Enero ha sido también un mes de conflicto entre los integrantes de la sociedad civil y los miembros del clero, particularmente del católico. En diciembre pasado, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal le dio figura legal al matrimonio entre miembros del mismo género, y les permitió, además, la adopción de terceros. Estos hechos han polarizado a la sociedad mexicana, y han dado pie a un espectacular debate antropológico, teológico y moral entre aquellos académicos y sociedades pro derechos humanos que defienden y legitiman el ejercicio de la homosexualidad a partir de la ciencia y de la igualdad de los derechos ciudadanos, y por la otra parte, el clero y aquellos sectores conservadores de la sociedad mexicana, cuyos criterios surgen de la interpretación de los textos bíblicos y de la tradición eclesiástica y social vigentes, y que constituyen, sin duda alguna, la mayoría ciudadana.

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