Entre las varias razones por las cuales mantengo en línea este blog de Crónica de Torreón, debo mencionar la principal de todas:
Los textos que aquí pongo a consideración de los lectores llevan mi firma y son garantía de que corresponden a mi pensar y a mi sentir, lo que no siempre sucede cuando se publica en los medios impresos.
Porque a veces, las propias opiniones pueden ser —accidental o maliciosamente— deformadas u omitidas por los reporteros, y también por los editores de dichos medios, que las manipulan para sus fines o los de las empresas para las que laboran. El derecho del autor a que su opinión se divulgue tal y como la emitió parece no existir para algunos de dichos reporteros o editores.
Ordinariamente, ese peligro se evita publicando textos firmados. Pero, en general, esta modalidad no está abierta a todo mundo, sino a aquellas personas que coincidan con los intereses y políticas de los medios impresos.
No debemos olvidar que diarios y revistas, al igual que muchos otros medios de comunicación en México, son empresas con fines de lucro, lo cual es perfectamente normal y válido, puesto que la nuestra es una nación de economía capitalista.
El verdadero problema consiste en que no todas estas empresas operan en base a un código ético que beneficie a la población. Los lectores tienen derecho a conocer la verdad, y no solamente aquello que algunos medios amañados hagan aparecer como “verdadero” a través de la manipulación y el silencio.
Ya decía Michel de Certeau que los medios masivos crean la realidad que la sociedad percibe como real en base a la información y a la desinformación, a lo que dicen y a lo que pueden callar.
En fin, el Internet ofrece una alternativa de expresión pública que escapa a la práctica del “manoseo” de la información que realizan algunos medios de comunicación masiva.
Y nótese bien que digo “algunos” y no “todos”. Afortunadamente, existen empresas de comunicación que son honorables y muy respetables. Ojalá así fueran todas.
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