Como todos sabemos, nuestra ciudad surgió a la modernidad, no de un rancho algodonero de mediados del siglo XIX, sino de un cruce de vías que convirtieron al lugar en el ferropuerto de una pujante Comarca Lagunera.
Nada de raro tiene pues, que en sus primeros tiempos, el ferrocarril haya predominado en la vida urbana. La Gran avenida del Ferrocarril (ahora Presidente Carranza) era quizá la más importante de Torreón, hasta que en 1910, con motivo del centenario del “Grito de Dolores”, los torreonenses optaron por dedicarla a Agustín de Iturbide.
La estación del ferrocarril contaba, en 1922, con un restaurante y “elegante salón nevería”, el cual era propiedad de Francisco Rodríguez y Compañía”. Se trataba de don Francisco Rodríguez León, agente de negocios. Sin embargo, para hablar de los establecimientos más antiguos de la ciudad, debo mencionar a los restaurantes chinos, que fueron muy representativos en su época. En 1905, en la Villa del Torreón, existían los siguientes: “Cosmopolita” (avenida Hidalgo No. 21); “Wong Dick” (avenida Hidalgo No. 42); “Las Estaciones” (Juárez No. 20).
Otros restaurantes de la misma época fueron “El Niágara” (Juárez y Múzquiz); “El Progreso” (avenida Ferrocarril y Múzquiz); “Café Martín” (avenida Ferrocarril); “Alemán. Salchichonería Alemana” (calle Ramos Arizpe) y por supuesto, los restaurantes de los hoteles, que merecen un artículo por sí.
Para volver al restaurante “Estación de los Ferrocarriles” diremos que contaba con servicios más amplios; tenía un sistema de tarjetas personales con derecho a asistencia, que costaba 80 pesos al mes; había otras tarjetas, de carácter impersonal (es decir, acreditaban al portador a recibir el servicio, fuera quien fuera) que amparaban 20 comidas, y que costaban 20 pesos.
El restaurante contaba con servicio a la carta, pero también podía preparar y ofrecer banquetes, en el establecimiento o a domicilio, con solo llamar al teléfono Sep. 113. El salón de nevería ofrecía helados de varios sabores, y un ambiente musical logrado por medio de una pianola que contaba con un “excelente repertorio”. Los servicios del restaurante eran aprovechados por cualquier persona, por $1 peso el cubierto; sin embargo, para los viajeros, el mismo servicio costaba $ 1.50.
1 comentario:
Me gusta conocer distintos lugares de nuestra historia. Disfruto de ir a diversos restaurantes antiguos con gran tradición. Si bien me gusta ir a comer afuera, a veces decido quedarme en casa, encargando comidas a domicilio
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