Cardenal-Arzobispo de Guadalajara
Uno de los grandes logros del presidente Benito Juárez y de los hombres afines a sus ideas, fue la forja del Estado Laico. Efectivamente, hasta el sexto decenio del siglo XIX, el clero católico tenía una gran ingerencia en la vida pública. La Reforma logró la separación de derecho entre los asuntos eclesiásticos y los asuntos del Estado.
Con la creación del Registro Civil, el reconocimiento de la identidad de las personas y de los datos vitales de la ciudadanía dejaron de ser cosa propia del clero. Se secularizaron los cementerios, se desamortizaron bienes eclesiásticos y se trazó una clara línea entre el ámbito político y el eclesiástico.
Que un cardenal-arzobispo acuse en público a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de corrupción, no es algo que se vea todos los días. Queremos suponer que el cardenal tendrá pruebas para sustentar sus afirmaciones, y que estas serán presentadas y dadas a conocer ante la instancia correspondiente.
Porque, de tratarse de un infundio, las palabras del cardenal parecerían más un intento de chantaje contra el PRD, un intento de restarle votos en una ya no lejana elección presidencial. ¿La razón? Que el gobierno capitalino no acepta las definiciones teológicas del clero como dogma de fe a la hora de legislar. Como consecuencia, y en represalia, el alto clero mexicano ha dado su “permiso” a los fieles católicos para que “hagan lo que tengan que hacer” en contra del gobierno de Marcelo Ebrard y de sus disposiciones.
Este intento de confrontación de poderes se antoja increíble en el siglo XXI, por trasnochado y anacrónico. Ni en México ni en ningún otro país debe existir un Estado dentro del Estado. El riesgo de un enfrentamiento aniquilador es muy alto, y mucho más en el contexto histórico actual de la llamada guerra contra el narco. Como dice la escritura, un reino dividido contra sí mismo, perecerá (Mt. 12: 25).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario