Escudo de Torreón

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jueves, febrero 12, 2009

Bicentenario de Charles Darwin


Hace exactamente 200 años, el 12 de febrero de 1809, nació Charles Robert Darwin. Este personaje originario de Sherewsbury, en el oeste de Inglaterra. Sus apellidos eran conocidos porque su padre y abuelo fueron médicos, y porque su madre, una Wedgwood, procedía de un notable linaje de manufactureros de la famosa loza de Staffordshire.

Pero este individuo no pasaría a la inmortalidad por los méritos de sus padres o abuelos. Charles Darwin fue un hombre curioso, inquieto, un coleccionista, un buscador de nuevos conocimientos, de explicaciones y de sentido. Basado inflexiblemente en la observación, en su vocación de naturalista y en los principios del método científico, estableció una teoría que apareció en su libro intitulado “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” (“On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life”). No fue su único libro, pero quizá fue el de mayor aportación al paradigma científico de su época.

Como científico, lo que Darwin proponía era una nueva lectura de los restos fósiles, y de la adaptación de diversas especies a sus propios entornos y ecosistemas, como sucedía en las Islas Galápagos, donde él había estado. Esta lectura requería de la evolución biológica como única explicación posible. Pero esta novedad interpretativa chocaba de frente con las teorías de origen clerical, que eran “creacionistas”. Esta escuela sostenía que todas las especies fueron creadas tal y como se veían, sin cambios, adaptaciones ni perfeccionamientos. Así que el ser humano había sido creado tal y como era en el siglo XIX. Así que, de alguna manera, Darwin enfrentó la misma situación que Galileo: el dogma contra la ciencia.

En este caso, prevaleció la ciencia.

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