Escudo de Torreón

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martes, agosto 05, 2008

El Capitán Fantasma


¿Quén no recuerda al “Capitán Fantasma”, el archiconocido malandro de las décadas de los cincuentas y sesentas? (Aclaro a los lectores foráneos que “Malandro” es un término local muy popular para designar al malandrín, al malhechor).
En Torreón, sus fechorías, sus encarcelamientos y sobre todo, sus fugas de prisión, fueron legendarias. El tipo en cuestión se llamaba Santiago Reyes Quezada, y nació en 1922. Originalmente se dedicaba a robar radios de automóvil disfrazado de capitán del ejército, motivo por el cual recibió el sobrenombre de “Capitán”. Cuando era atrapado, buscaba por todos los medios ser llevado a algún hospital, para fugarse desde ahí. Por su facilidad para ejecutar las evasiones, recibió el mote de “Fantasma”. Así que por sus características y habilidades, este maleante era conocido como “El Capitán Fantasma”.
En 1958, una ola de cuantiosos robos sacudió a Torreón, y eran tan inexplicables, tan limpiamente realizados estos latrocinios, que la policía local se los atribuyó al Capitán Fantasma, de quien se sospechaba que residía en La Comarca Lagunera.
El 18 de julio de 1959, el Capitán Fantasma fue puesto a disposición de las autoridades de Torreón, luego de una persecución verdaderamente Holywoodesca, que le causó al famoso hampón heridas de bala en las piernas. Por esta razón y por otras que tenía en mente, el Capitán Fantasma se negaba a comer y comenzaba a adelgazar.
Durante agosto del mismo año, el preso fue llevado al Hospital Civil de nuestra ciudad para ser atendido de la infección y debilidad que presentaba. El enfermo estaba encamado, y tenía la mano derecha esposada a la cama. A la vez, era custodiado por varios policías. Aún así, logró escaparse gracias al soborno, según se comentaba. Fue tal el alboroto causado por la nueva fuga, que trescientos policías se dieron a la tarea de buscarlo por toda la comarca, incluso en las terminales de transportes foráneos.
Fue tal el desconcierto de las autoridades ante esta nueva fuga, que al día siguiente ofrecieron una recompensa de cinco mil pesos a quien aportara información que pudiera ser útil para la captura del maleante.
El Capitán Fantasma solía ser bastante creativo para ejecutar sus robos, asaltos y fugas. Se fabricaba placas “oficiales” para su coche, e incluso lo pintaba como patrulla. En alguna ocasión, la mala ortografía le jugó una mala pasada por pintar en su vehículo la palabra “Polecía” en lugar de “Policía”. En 1965 estaba preso en Puebla, y prácticamente todos los estados de la federación lo reclamaban para ser enjuiciado por delitos cometidos en sus jurisdicciones. Pero el Capitán Fantasma no duraría mucho, en julio de ese mismo año se había comprobado que padecía un avanzado grado de tuberculosis.
Fuente: "El Informador" (Guadalajara, Jalisco) varias fechas.

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