Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

viernes, julio 26, 2013

Plaza "2 de abril"



El fin de semana pasado, Torreón estuvo irreconocible. Cuatro o cinco días de nublados, lluvias medianas y ligeras, temperaturas de 20 grados C., un viento suave y refrescante corriendo todo el día y la noche. A ratos, mientras tomaba el café por la Calzada Colón, me parecía estar en la Guadalajara de mis años mozos, cuando estudiaba en el ITESO mi licenciatura de Ciencias de la Comunicación. Estas lluvias anuncian ya el cambio de estación, por más que el verano oficialmente acabe hasta septiembre. Dudo mucho que regresen los calores de 40 grados o más.  

Y para pasar a otro tema: más que una moda, conservar los sitios históricos tal y como eran originalmente, y con sus propios nombres, es un rasgo y constante de los países civilizados. Quien haya visitado Europa lo podrá constatar. En gran medida, en eso radica su encanto. Esto demuestra el gran respeto que los europeos se tienen a sí mismos, a su identidad y a su historia. Estados Unidos ha hecho lo mismo: ciudades como San Francisco, Los Ángeles, San Diego, San Antonio, Albuquerque (título de un duque español), Galveston (por el conde de Gálvez) han mantenido sus nombres, a pesar de haber sido tomados como botín de guerra desde 1846-1848.  Estados como California, Arizona, Colorado, Nuevo México, Nevada, Texas y Florida también retienen sus nombres castellanos originales, a pesar de encontrarse en un país de mayoría anglófona. ¿Y que decir de Louisiana, bautizada así por los franceses en honor del rey Luis de Borbón?

No sería ninguna herejía política devolverle su nombre a la Plaza de Armas “2 de abril”, dado que en esa fecha México ganó una gran batalla contra los ejércitos franceses. Es un nombre que afirma el orgullo de ser mexicano. Pero claro, como Porfirio Díaz fue el héroe de esa batalla, muchos se rasgarían las vestiduras. Porfirio Díaz fue un gran presidente, y el primero en reconocerlo fue el mismo Francisco I. Madero en su libro “La Sucesión Presidencial”. Si el venerado padre y profeta de la Revolución Mexicana lo afirma, ¿quiénes son los “revolucionarios” que lo pueden negar? ¿Serán más papistas que el papa? Y no solo lo admiraba de dientes afuera, la prueba es que Madero ganó la presidencia, pero dejo intacta la estructura de poder porfiriana. Creía en ella. Luchaba solo por una apertura democrática, no por una verdadera revolución social.

Por cierto, muchos de los problemas de despojos agrarios que se le atribuyen al Porfiriato, en realidad fueron creados por los liberales en el poder y la constitución desde 1857, al desconocer la propiedad comunal de la tierra.  Muchas tierras que pertenecían a pueblos enteros, o condueñazgos familiares que venían desde la colonia, fueron, de un plumazo, declarados “sin dueño”, “baldíos”. Así que quienes tenían poder económico, “denunciaron” esas tierras “sin dueño” y las compraron. Sus propietarios originales tuvieron que trabajar sus propias tierras, ahora como peones.

Mi opinión como Defensor del Centro Histórico, función esta última que de oficio tengo como Cronista Oficial, de acuerdo con el Reglamento Municipal de Cronistas, es que, lejos de seguir modificando y deforestando el centro histórico, como desgraciada e impunemente se hizo durante la gestión del alcalde Pérez Hernández, debemos devolver nombres y aspectos originales a los diversos sitios que lo conforman. ¿Sería correcto modificar la pirámide del sol en Teotihuacan para construirle una rentable innovación? ¿Para qué seguir con la vandálica destrucción de los más bellos elementos de nuestro pasado? Desde 1948 carecemos de una calle con el nombre de Iturbide, como la que le dedicó la ciudadanía de Torreón al libertador en 1910, centenario del grito de la Independencia Nacional. Si se le cambió el nombre por el de “Presidente Carranza”, no fue porque Iturbide fuera un traidor, sino porque un general quiso quedar bien con la nueva historia oficial postrevolucionaria.

Es verdad, a la Plaza de Armas le falta su Kiosco, el mismo donde tocaba la Banda Municipal cuando la Avenida Morelos era el paseo citadino por excelencia. Los kioscos son el toque porfiriano de las plazas que se construyeron en esa época. Si ese kiosco es o no el que está en la Colonia Martínez Adame, no lo sé. No conozco el que se encuentra en esa colonia. Lo que sí sé es que a la plaza le sobra una fea torre con reloj, remedo de torreón (que no va con el estilo ni época de la plaza) que fue colocada ahí una vez que despojaron a la plaza de su kiosco original.

Ahora bien, al reconocer que hay que ceder algunos espacios a los procesos urbanos de modernización, debemos adaptarlos a las necesidades de nuestro clima. La plaza mayor es un logro arquitectónico que muchos han discutido, y muchos otros alabado. Por lo que a mi respecta, creo que mejoró bastante el aspecto de esa área citadina, aunque considero que funcionaría mejor con sombra abundante, con árboles frondosos, ya que en la actualidad, por la inclemencia del sol, es una plaza para disfrutarla por la mañana o por la noche.   

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