Aunque las nuevas generaciones no lo pueden apreciar debidamente, es impresionante la evolución que ha sufrido el sistema postal y de telecomunicaciones. En el presente, las cartas llegan a su destino de manera instantánea. Un correo electrónico, o “e-mail” puede cruzar el planeta en una fracción de segundo, llegar a su destino, y ser respondido de manera inmediata. Los sistemas de conversación, o “Chat”, con o sin “Web Cam”, mantienen abierto un flujo de comunicación instantánea, audiovisual y/o escrita, doble o múltiple (entre dos o más personas) sustituyendo con enorme ventaja a los viejos radios de onda corta.
No es necesario decir que las cosas no siempre fueron así. Todavía en 1884, las cartas viajaban desde Lerdo, Durango, hasta Saltillo, Coahuila, en burro.
La llegada del ferrocarril significó una revolución en el sistema postal mexicano. La Hacienda del Torreón participó de esa revolución desde 1888.
En el discurso pronunciado por el Gral. Porfirio Díaz, Presidente de la República, al abrirse el cuarto período de sesiones del 13º Congreso de la Unión, el día 1 de abril de 1888, puntualizó, entre muchas otras cosas:
“Enlazados los ferrocarriles Nacional e Internacional en la Hacienda llamada “El Torreón”, se hizo necesario cambiar todo el sistema postal entre los Estados de Nuevo León y Coahuila. Oportunamente se dictaron las medidas necesarias para el establecimiento de administraciones locales, agencias y administraciones ambulantes, y se contrató la conducción de correspondencia entre las respectivas estaciones y los pueblos situados fuera de la línea; de manera que al ponerse en explotación el trayecto del Torreón a Piedras Negras, el 1º de Marzo próximo pasado (1888), el servicio postal comenzó a hacerse con toda regularidad bajo una combinación nueva”.
“Las medidas hasta ahora adoptadas en este ramo han producido resultados favorables, pues el movimiento de correspondencia aumenta con suma rapidez. En mi informe del 16 de Septiembre último, manifesté que, según los datos hasta entonces recogidos, en el año terminado en junio habían circulado por las oficinas postales mexicanas, más de diez y ocho millones de piezas, y ahora es satisfactorio rectificar que, recogidas las noticias que faltaban entonces, el resumen definitivo acusa un total de muy cerca de veinticuatro millones de piezas circuladas en el año referido”.
Ver “La Convención Radical Obrera” semanal dominical de la Ciudad de México, edición del 8 de abril de 1888, pp. 1-2.
Artículos relacionados:
http://cronicadetorreon.blogspot.com/2007/08/en-saltillo-el-correo-andaba-en-burro.html
No es necesario decir que las cosas no siempre fueron así. Todavía en 1884, las cartas viajaban desde Lerdo, Durango, hasta Saltillo, Coahuila, en burro.
La llegada del ferrocarril significó una revolución en el sistema postal mexicano. La Hacienda del Torreón participó de esa revolución desde 1888.
En el discurso pronunciado por el Gral. Porfirio Díaz, Presidente de la República, al abrirse el cuarto período de sesiones del 13º Congreso de la Unión, el día 1 de abril de 1888, puntualizó, entre muchas otras cosas:
“Enlazados los ferrocarriles Nacional e Internacional en la Hacienda llamada “El Torreón”, se hizo necesario cambiar todo el sistema postal entre los Estados de Nuevo León y Coahuila. Oportunamente se dictaron las medidas necesarias para el establecimiento de administraciones locales, agencias y administraciones ambulantes, y se contrató la conducción de correspondencia entre las respectivas estaciones y los pueblos situados fuera de la línea; de manera que al ponerse en explotación el trayecto del Torreón a Piedras Negras, el 1º de Marzo próximo pasado (1888), el servicio postal comenzó a hacerse con toda regularidad bajo una combinación nueva”.
“Las medidas hasta ahora adoptadas en este ramo han producido resultados favorables, pues el movimiento de correspondencia aumenta con suma rapidez. En mi informe del 16 de Septiembre último, manifesté que, según los datos hasta entonces recogidos, en el año terminado en junio habían circulado por las oficinas postales mexicanas, más de diez y ocho millones de piezas, y ahora es satisfactorio rectificar que, recogidas las noticias que faltaban entonces, el resumen definitivo acusa un total de muy cerca de veinticuatro millones de piezas circuladas en el año referido”.
Ver “La Convención Radical Obrera” semanal dominical de la Ciudad de México, edición del 8 de abril de 1888, pp. 1-2.
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