Con miras a la celebración del primer centenario de la elevación de Torreón a ciudad 1907-2007, el Instituto Municipal de Documentación y Archivo Histórico “Eduardo Guerra” (IMDT) de esta población ha decidido publicar una edición conmemorativa y anotada de la Historia de Torreón del mismo Guerra. La edición original vio la luz en 1932, para celebrar los 25 años de existencia de Torreón como ciudad. Como sabemos, Torreón fue elevada a dicha categoría por el gobierno de Porfirio Díaz el 15 de septiembre de 1907, día del cumpleaños del mandatario. No es de extrañar, ya que Torreón, al igual que otras pujantes poblaciones del norte de México, surgió de las exitosas políticas de poblamiento del caudillo. La ciudad, agradecida, le dedicó el nombre de su plaza principal llamándola “plaza 2 de abril” para conmemorar la victoria militar de Díaz sobre los franceses de la intervención. Actualmente lleva el nombre de “plaza de armas”, ya despojada de su también porfiriano kiosco. Nuestra avenida Cuauhtémoc, una de las más transitadas de la ciudad, llevaba antiguamente el nombre de “Calzada Porfirio Díaz”.
Decíamos que el 7 de enero de 1932, Eduardo Guerra solicitó al ayuntamiento de Torreón un subsidio de dos mil pesos para la edición de un libro que contendría los datos históricos más importantes de Torreón.[i] La iniciativa de Guerra no quedó ahí, sino que motivó el interés de la cámara de comercio local para organizar los festejos de las bodas de plata de Torreón como ciudad.[ii] ¿Por qué Eduardo Guerra decidió que la historia de Torreón debía comenzar a contarse desde el 15 de septiembre de 1907? Era una situación novedosa, ya que usualmente las poblaciones mexicanas festejan como inicio de su historia oficial la fecha de fundación de su ayuntamiento. La Congregación del Torreón fue elevada al rango de villa el 24 de febrero de 1893. Ésa es la fecha de la creación del ayuntamiento de Torreón. Estrictamente hablando, Torreón cumplirá 114 años el 24 de febrero de 2007, y aproximadamente 155 años de estar ininterrumpidamente poblada.
A Eduardo Guerra le debemos pues esta cronología urbana que parte del 15 de septiembre de 1907. ¿Qué pudo haber motivado su decisión de vincular el inicio de la cronología torreonense con dicho año? No tenemos duda de que la razón que tuvo Eduardo Guerra para acotar la cronología torreonense de esta manera, era que muchos de los actores sociales relevantes en el primer tercio del siglo XX no se encontraban presentes en 1893. La primera cámara de comercio de Torreón se fundó apenas en 1905,[iii] y sabemos que precisamente la cámara de comercio fue una de las grandes promotoras de la celebración de las bodas de plata de Torreón en 1932. Un buen número de empresas y empresarios se establecieron entre 1893 y 1907: en 1898 abrieron sus puertas la sucursal del Banco de Coahuila, las del Banco de Londres y México, las del Banco Americano. Posteriormente, se instalaron el Banco Chino, el Banco Nacional de México, el Banco Agrícola Hipotecario y las agencias del Banco Mercantil de Monterrey y del Banco de Nuevo León.[iv] En 1898 comenzó a funcionar la Junta de Mejoras Materiales de Torreón, con intervención exclusiva de la iniciativa privada.[v] En 1898 se fundó la Compañía Hilandera “La Fe” y surgieron empresas de carácter comercial: Buchenau y Cía., ferretera Julián Lack, García Hermanos, La Ciudad de París, El Puerto de Liverpool, papelería El Modelo, maderería Acres, Feliciano Cobián, Dodson Manufacturing Co., Pablo Shugtt, Waters Pierce Oil Co. Etc.[vi] En 1900, don Joaquín Serrano y socios fundaron “La Unión, Compañía Jabonera de Torreón”. Ese mismo año comenzó a circular el primer periódico, “The Torreon Enterprise”. El 31 de diciembre de 1900 y el 5 de julio de 1901 se adquirieron los terrenos donde se levantaría la importantísima Compañía Fundidora Metalúrgica de Torreón —con capital torreonense— siendo sus principales socios Ernesto Madero, Carlos González Montes de Oca y Joaquín Serrano.[vii]
Evidentemente todo este sector empresarial —mucho más fuerte en Torreón que cualquier institución política— secundó la idea de iniciar la cronología torreonense a partir de 1907. Esta sería una historia de la cual el empresariado formaría parte desde el principio. Nuestra historia no inició sin ellos. Esta postura es muy congruente con la cultura empresarial de una ciudad como Torreón. Este “hacerse a sí mismo” o “definir la historia a partir de sí mismo” y desde el poder económico más que político, ha sido una constante historiográfica en nuestra ciudad.
El pasado ha pasado, y por lo tanto, es invisible. Solamente tenemos conciencia del pasado —en su dimensión social— en la medida en que existan personas que propongan discursos históricos que sean aceptados o rechazados por el consenso de la colectividad. En ocasiones estos consensos podrán ser inducidos y permeados desde los estratos con liderazgo, poder y prestigio hacia los que carecen —en mayor o menor medida— de estas cualidades. El cómo una comunidad quiere construir y representar su memoria colectiva nos proporciona una idea certera de cómo se percibe a sí misma —o mejor aún, de cómo quiere percibirse— y de cuáles son los recursos retóricos con los que cuenta.
Eduardo Guerra fue uno de esos hombres con suficiente prestigio, liderazgo y poder de convocatoria como para proponer o acotar una fecha inicial para nuestra cronología urbana torreonense. De alguna manera aceptamos olvidar los orígenes humildes de la villa del Torreón y preferimos festejarla como ciudad que hubiese nacido grande, adulta, surgida desde la espontaneidad de la nada. Deliberadamente queremos vernos y recordarnos así. Esa es nuestra legítima voluntad colectiva.
La Historia de Torreón de Eduardo Guerra ciertamente no fue la primera. En fecha tan temprana como 1902 Jacobo M. Aguirre publicó su Torreón 1887-1902. Pero como dijimos anteriormente, entre 1887-1902 aún no se encontraban presentes muchos de los actores sociales que habría en 1907. Apenas un lustro después de la aparición del texto de historia de Aguirre, Torreón era proclamada ciudad, se inauguraba su flamante casino frente a la plaza “2 de abril” y su población y economía crecían a un ritmo acelerado.
El texto publicado por Eduardo Guerra en 1932 representaba un nuevo esfuerzo para actualizar y plasmar, con orden y concierto, la memoria colectiva de nuestra población en forma de libro. Ciertamente el autor no era un historiador profesional, como él mismo lo aceptaba. Esta realidad nos permite acotar los alcances de su obra, como bien indica Castañón Cuadros.[viii]
No obstante lo anterior, el mérito de Eduardo Guerra es indiscutible, ya que cumplió con el cometido de preservar los testimonios documentales y recuerdos en torno a los acontecimientos que nos dieron origen y sentido como población. Es verdad que no lo hizo con el rigor de un historiador positivista, pero no hubo otra persona que se diera a semejante tarea en el tiempo en que le tocó vivir.
Sus textos[ix] han sido verdaderos clásicos durante 75 años, y forman parte esencial de nuestras bibliotecas regionales. La recepción que han tenido a lo largo de este período ha sido más que buena, razón por la cual han sido impresas nuevas ediciones, entre ellas las de 1984 y la del 2000.
[i] Actas de Cabildo de Torreón. Mx-IEDC-IMDT-1.1.1-L6-A355-Fo 114-115v.
[ii] Ibid. Mx-IEDC-IMDT-1.1.1-L6-A365-Fo 125f-128f.
[iii] González de Montemayor, Beatriz: Efemérides del Municipio de Torreón, Coah. Ayuntamiento de Torreón, 1999. P. 13.
[iv] Ibid. P. 10.
[v] Ibid. P. 10.
[vi] Ibid. P. 11.
[vii] Ibid. P. 12.
[viii] Vid Castañón Cuadros, Carlos: “Eduardo Guerra: la polémica de su modelo historiográfico (1932-1951)” en Llanura sin fin. Ensayos de historiografía lagunera. Dirección Municipal de Cultura de Torreón, 2005, pp. 161-178.
[ix] Nos referimos a Historia de Torreón e Historia de La Laguna.
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