En toda
cultura, hay elementos buenos y malos, positivos y negativos. Por muy
tradicionales que sean la tortura o la corrupción en México, no podemos
pretender que sean cosas buenas, ni deseables. Ni mucho menos, buscaríamos
perpetuarlas pidiendo a las organizaciones internacionales que las declaren
“patrimonio cultural de la humanidad”. ¿Para qué querría la humanidad
glorificar cosas tan aberrantes?
A mí me suena igual de absurdo pretender que
las corridas de toros sean declaradas “patrimonio cultural de la
humanidad”. Que algo sea tradicional, no
implica que sea bueno o deseable. No son buenas las corridas de toros, donde se masacra al
noble bruto, y en ocasiones, al torero o al caballo, ni las peleas de gallos o
de perros, ni nada que implique abuso o crueldad contra cualquier ser viviente, incluyendo al
ser humano.