Escudo de Torreón

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sábado, noviembre 19, 2016

Saldo negativo







El sistema democrático estadounidense ha demostrado que existe un divorcio entre los llamados “votos electorales” y los votos personales de los ciudadanos. Al momento de escribir esta crónica, Hillary Clinton cuenta con muchos más votos directos que Donald Trump, pues los procesos de recuentos de votos no han terminado. 

Y uno se pregunta ¿el sistema de votos electorales en Estados Unidos está diseñado para manipular o dirigir los intereses del pueblo norteamericano? No es el voto directo del ciudadano  el que elige al presidente, sino los votos electorales de los políticos de cada estado de la unión. Y ni siquiera lo hacen de manera equitativa. Hay estados con más votos que otros. No todos pesan lo mismo en las elecciones.

Ya en este momento, existe un fuerte movimiento en algunas ciudades estadounidenses para exigir iniciativas de ley que terminen con esa “democracia” que no representa los intereses del ciudadano común. En efecto, se trata de acabar con el sistema de doble votación, para dejar tan solo el del voto directo del ciudadano.

Por lo demás, el estilo personal de hacer “campaña” de Donald Trump, incendiario, pandillero, vulgar, racista, xenófobo, misógino, amenazante, solo ha puesto de manifiesto que el candidato electo está muy lejos de profesar los “valores cristianos” que tradicionalmente dice asumir el Partido Republicano. Y los seguidores fanáticos de las bravuconerías de Trump han mostrado al mundo que los Estados Unidos no constituyen una sociedad integrada y madura, sino que tienen el racismo a flor de piel.

Los Estados Unidos, tras la campaña electoral, más se asemeja a un enorme estadio de rugby repleto de pandillas antagonistas, donde prevalecen los golpes y las amenazas, y no la “civilización” de que presumen. El sueño americano es tan solo un sueño: los Estados Unidos están conformados por grupos étnicos y raciales de muy diversa procedencia, y en gran medida, repletos de los antiguos prejuicios raciales.  Se han incrementado las divisiones sociales, la persecución y el ataque a los inmigrantes latinoamericanos, entre otros. Hasta el abominable Ku Klux Klan ha organizado un racista desfile “de la victoria”.

La visita a nuestro país del entonces polémico candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, constituyó un grave error político. Tendríamos que saber si fue realmente una iniciativa mexicana, o una imposición de los republicanos. Porque es posible que el partido conservador estadounidense haya tratado de ejercer una especie de control de daños para amortiguar siquiera un poco la derrota que se veía venir para su histriónico candidato en aquellos momentos. 

Pero la realidad fue que esta visita la aprovechó Donald Trump para mostrarse a sus seguidores estadounidenses como el hombre fuerte y desafiante que vino a decirle a los mexicanos en su propia casa que el ya muy cantado muro se va a construir, querámoslo o no, y a nuestras expensas.

Trump no pidió disculpa alguna a los mexicanos por sus insultos y exabruptos anteriores. La simple invitación para que viniera constituyó una verdadera humillación para el pueblo mexicano. Nuestra nación quedó a ojos vistas como una república sumisa. Y los efectos del triunfo del candidato republicano, que aún no toma posesión del cargo, ya han tenido demasiadas repercusiones negativas en México.



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