Estimados amigos: Me encuentro entre ustedes para comentar, con beneplácito, la aparición de un nuevo texto de historia comarcana, el cual lleva por nombre EL RIO NAZAS. LA HISTORIA DE UN PATRIMONIO LAGUNERO. El libro es fruto del esfuerzo del Dr. Hernán Salas Quintanal, conocido nuestro desde hace algunos años, cuando vino a hacer su primera estancia de investigación. Resulta muy grato tenerlo nuevamente con nosotros.
Concuerdo plenamente con el autor al mencionar que el más antiguo y poderos protagonista de la historia lagunera, ha sido precisamente el Río Nazas. Caudal milenario de aguas vivificantes, sus funciones y su propia historia han cambiado, según ha cambiado la percepción y la cultura de sus propios usuarios y beneficiarios. Igualmente afortunada me parece la idea de acotar la realidad de la Comarca Lagunera como un constructo, una construcción social.
El Río Nazas, llamado en el siglo XVI “Río de las Nasas”, por los artefactos que usaban los indios laguneros para pescar o para transportar lo pescado, era el integrante de mayor importancia cualitativa y cuantitativa de un sistema hidrológico, del cual el río “Buenaval” también formaba parte, lo mismo que las grandes lagunas de Parras, del Álamo y del Caimán o Tlahualilo.
Este sistema hidrológico era tan evidente e identificable, que en 1594, el rey Felipe II llamó al territorio en el cual se asentaba, “Provincia de La Laguna” y posteriormente “País de La Laguna”.
La noción de patrimonio como construcción social es como la piedra de toque para la interpretación de este nuevo trabajo editorial. Para los aborígenes laguneros de la etapa prehispánica, las aguas del Nazas, durante los años de lluvias normales, constituían bienes libres para el consumo, es decir, agua para beber. Este río también conformaba o configuraba el hábitat de peces, aves y plantas, es decir, de algunos animales y vegetales útiles para la alimentación, creando así espacios vitales para la subsistencia. Las aguas del Nazas también servían de soporte para sus balsas de tule, llamadas naboyas. En los años de sequía, los escurrimientos del río y algunos peces, se depositaban en esteros donde ordinariamente se formaban las lagunas. Dichos esteros, verdaderas reservas alimenticias, eran disputados por los grupos de aborígenes, y los más fuertes y poderosos se adueñaban de ellos. Los grupos laguneros más débiles, practicaban entre sí la guerra para devorar a los cautivos y a los muertos. El agua era vida, y su ausencia significaba muerte, incluso muerte violenta.
Con la llegada de los colonizadores occidentales u occidentalizados, como eran españoles peninsulares y criollos, indios tlaxcaltecas, indios mesoamericanos, mestizos y negros esclavos de Angola y de Guinea, el paradigma patrimonial cambió por completo, es decir, cambió la relación de los laguneros con el suelo y con el agua de la comarca. Suelo y aguas pasaron a ser propiedad del rey. Solamente el rey podía mercedarlas o cederlas, a título individual o colectivo, a través de las autoridades y de sus representantes. Con la construcción de una cultura agrícola y ganadera, el agua dejó de ser un bien libre, y se convirtió en un bien de prducción con valor de cambio. Tierras y aguas se convirtieron en bienes patrimoniales.
Desde entonces, desde finales del siglo XVI y principios del XVII, la historia del agua en la Comarca Lagunera, y en particular de la del Río Nazas, ha estado vinculada a la historia de la producción agropecuaria o agroindustrial, y por lo tanto, a la historia de las relaciones entre sus usuarios. Ha sido también la historia de una cultura material orientada a la mejor y más eficiente conservación y distribución de las aguas. Precisamente, de muchos de estos fenómenos sociales, económicos y culturales nos habla EL RIO NAZAS. LA HISTORIA DE UN PATRIMONIO LAGUNERO.
Como arriba mencionamos, el protagonista es el Río Nazas, así que en un primer capítulo, se nos presentan sus generales, es decir, las relaciones actuales entre hidrología y Comarca Lagunera.
Un segundo capítulo nos habla de las relaciones entre el Río, la Comarca Lagunera y sus habitantes en el pasado. La construcción de culturas que, como las capas de una cebolla, se van superponiendo de acuerdo a las necesidades y los recursos percibidos por los diferentes pobladores de La Laguna. Es la historia de la economías laguneras, en su más amplio sentido.
Un tercer capítulo nos da cuenta de los conflictos surgidos en torno a la propiedad, uso y aprovechamiento del agua, conflictos que fueron el origen de legislaciones estatales y federales para su regulación, y de las cuales se hace mención. Es la historia del cómo los recursos hídricos locales se convierten en bienes nacionales, es decir, de cómo el Estado se apropia de los recursos locales. Se trata de un fenómeno ligado al avance de la tecnología, del incremento de la percepción en torno a la importancia estratégica del agua. Este representa un fenómeno de carácter global. Este capítulo menciona también la historia de la cultura material relacionada con la conducción y almacenamiento de las aguas, es decir, la construcción de tajos, canales y presas.
Un capítulo final, el cuarto, menciona algunas consideraciones relacionadas con el problema del agua a nivel regional, nacional y global. Se muestra el deterioro que han sufrido las reservas de este elemento en México, particularmente por el uso irracional y la contaminación, entre otros factores. Nos invita a reflexionar sobre lo que es y puede llegar a ser, la escasez de este líquido vital para la población en un futuro nada distante, a la vez que aporta sugerencias viables para disminuir la magnitud de este fenómeno.
Este es un libro que abunda en información detallada en su texto principal y en sus apéndices, y representa en sí mismo un vademecum, una valiosa enciclopedia sobre el Río Nazas, la Comarca Lagunera, y la historia de sus mutuas influencias. Quiero mencionar como uno de los grandes logros del autor, su planteamiento eminentemente académico, que le facultó para abordar las diversas temáticas en cuanto fenómenos sociales, antes que como narrativa anecdótica.
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