Al revisar los archivos hemerográficos con el objeto de localizar información para el estudio sobre el “barrio alegre”, encontré muchos otros artículos relacionados, todos ellos útiles para una “Historia de la sexualidad” en La Laguna.
Un tema que llama la atención por el nivel de discriminación al que se llegaba, era el de la persecución contra los homosexuales varones (curiosamente nunca encontré un caso similar entre mujeres). Los periódicos de la época estudiada, muestran que la discriminación contra los homosexuales se hacía en términos muy duros, y que efectivamente, en cuanto discriminación, era un fenómeno social. La existencia de una minoría homosexual, es decir, de un grupo de personas con orientación o preferencias amorosas hacia individuos de su propio género, también constituyó un fenómeno social de los años treinta.
Un artículo periodístico de 1934, que lleva el encabezado “Exterminio total de afeminados” muestra algunos rasgos que son comunes a otros artículos similares de la época. Se hablaba de los “afeminados” que “abundaban” “en los centros de vicio, en establecimientos y en cantinas”. Se mencionaban asimismo las intenciones del comandante de policía, quien estaba “preocupándose por acabar con esa plaga de enfermos que han venido aumentando en forma alarmante”.
Un caso que fue castigado enérgicamente, fue el de Hermenegildo “X” amante de Juan “Y”, este último propietario de una “casa de asignación” (de citas) “donde lo mismo se vende marihuana que se despluma a los incautos”. A raíz de esta relación, el comandante de policía aprobó en todas sus partes, un plan para combatir a estos individuos.
Para hablar de una “Historia de la homofobia en La Laguna”, habría que establecer cómo fue evolucionando este fenómeno a través del tiempo. Habría que trabajar la historia de la percepción (por parte de la gente “normal” o heterosexual) en torno a la homosexualidad y a los homosexuales.
El contenido del artículo que arriba transcribí en parte, muestra que, en 1934, no se establecían distinciones entre “homosexual”, “afeminado” y “travesti”. Todos ellos entraban en el mismo costal. Es interesante que se dijera que “abundaban” en los centros de vicio. Se dice, en la mentalidad de aquéllas personas de 1934, que había que acabar con esa “plaga de enfermos”. Se les ubica casi siempre relacionados con la prostitución, el robo y el consumo de marihuana.
Estos términos, vertidos en un diario local en 1934, muestra que al homosexual se le consideraba como una persona asociada al vicio, al robo, a la embriaguez y al consumo de substancias prohibidas. En pocas palabras, la homosexualidad no gozaba de ningún prestigio social. Al contrario, y como sucedía desde la era colonial, el homosexual, al pensar de la gente, era un ser “infame”, es decir, indigno de cualquier fama, honor o alabanza, y en cambio, muy digno de rechazo, de burla, de agresión y de desprecio.
Otro artículo periodístico de 1936, también de la región, menciona el caso de Eduardo “X” y de Basilio “Y”, “individuos sin escrúpulos, afeminados y ladrones, ayudantes de las tratantes de blancas y encargados de distribuir drogas heroicas” que fueron aprehendidos por la policía.
El objeto del presente artículo no es el de hablar o polemizar a favor o en contra de la homosexualidad o de los homosexuales. Simplemente, trata de consignar, antropológicamente y de una manera documentada, la percepción que se tenía de ambos en los años treinta. Porque la homofibia también tiene historia, en cuanto que constituye un fenómeno que ha ido cambiando en sus concepciones, percepciones y manifestaciones a lo largo de los años, en nuestra Comarca.
Si tomamos en cuenta que Coahuila fue la primera entidad federativa que promulgó como ley el “pacto civil de solidaridad” entre homosexuales, notaremos que ha habido un gran cambio social (es decir, compartido por los miembros de la sociedad) en torno al fenómeno homosexual.
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