La tormenta tropical “Alex” ha dejado inmensos daños en los estados norteños de Tamaulipas, Nuevo León y en buena medida, en Coahuila. La ciudad de Monterrey, capital neoleonesa y una de las ciudades industriales más importantes de México, ha sufrido enormes pérdidas materiales. Al parecer, ni siquiera el huracán “Gilberto”, de triste memoria, fue tan dañino como Alex ha resultado serlo.
En Saltillo, capital del estado de Coahuila, los perjuicios han sido cuantiosos. Las lluvias causaron inundaciones, puentes derrumbados, coches destruidos, casas afectadas y cantidad de damnificados. Las carreteras hacia Monterrey (distante 30 minutos en automóvil) y hacia Torreón, quedaron bloqueadas, impidiendo el tráfico vehicular cotidiano.
Torreón, entre los puntos mencionados, es el que se encuentra más alejado de la costa tamaulipeca (en el Golfo de México). Realmente, aquí los efectos perceptibles de Alex, que se dejaron sentir desde la noche del miércoles, fueron continuas lloviznas y chubascos repentinos. Los sectores más pobres de la población resintieron la humedad en sus viviendas, algunas de ellas de cartón. En otros casos, la duración y abundancia de las pertinaces lloviznas causaron infiltraciones de menor cuantía, aunque molestas.
En Torreón hubo sectores inundados, cierta cantidad de damnificados, hasta donde sabemos, un lamentable fallecimiento, y daños en la carpeta asfáltica de la ciudad. Ayer viernes, el efecto colateral y cibernético de Alex se dejó sentir con la caída de las redes de Internet, sistemas bancarios, el flujo normal de dinero plástico, y algunas redes telefónicas.
Sin embargo, los parques y jardines lucen un brillante y hermoso verde, como pocas veces podemos apreciar en nuestra ciudad. Los pericos cimarrones parecen ser las aves de la región que mejor recibieron las lluvias, dada su bullicio y algarabía. Nuestros cerros de piedra azul y blanquecina se han cubierto de vegetación instantánea, y la atmósfera es nuevamente respirable y cristalina, limpia de polvo y substancias nocivas.
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