Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

domingo, octubre 30, 2011

Cuentos de Halloween: fantasmas y súcubos



Como en cualquier otra ciudad, en Torreón existe una historia alterna, la historia de los que no se han ido del todo, la historia de los fantasmas.

Muchos de estos episodios consisten en meras leyendas y consejas populares. Como la historia aquella del jinete que pasa galopando a la medianoche por el barrio de La Vencedora, o la de los caballos invisibles que corren desbocados llevando tras de sí una ruidosa carreta en el barrio de La Antigua Aceitera. Ambos son barrios muy históricos, situados a los lados de lo que fue la vía del ferrocarril, lugares donde hubo numerosos hechos de violencia durante la Revolución. Y esto siempre sucede, dicen los narradores, en las obscuras horas de la noche.

Muchas otras personas dicen haber sido “espantados” en lugares muy específicos, como en los chalets de la Calzada Colón y Morelos, donde un viejo amigo digno de todo crédito, dijo haber sido sorprendido por la presencia de una china etérea que pasaba por las paredes como si éstas no existieran. Fue tal el susto, que este amigo salió a perseguirla escopeta en mano, claro, sin ningún éxito.

A espaldas del Hotel Calvete, en Ramón Corona y Juárez, donde estuvo ubicada la Presidencia Municipal por algún tiempo, se encontraba situada una academia secretarial famosa por sus apariciones de chinos fantasmales, al decir de sus ex alumnas. En uno de sus salones de mecanografía, éstos se lamentaban de una manera muy lastimera. El lugar corresponde a uno de los sitios donde se perpetraron las matanzas de orientales en 1911.

En otros casos, el carácter de “leyenda” o “conseja” no puede ser aplicado tan fácilmente, porque hay evidencias de que, efectivamente, algo extraño ha sucedido. Tal es el caso de aquella señorita Garibay que, al salir de un baile de fin de año celebrado en el Campestre de La Laguna, fue arrollada por el tren, muriendo en el acto junto con algunos de sus familiares. Esto sucedió precisamente en donde ahora se encuentra el paso a desnivel del kilómetro 1140 de Gómez Palacio, Durango.

Algún tiempo después, algunos automovilistas comenzaron a notar que en el sitio preciso del accidente, esta misma señorita, ataviada de fiesta, pedía un “aventón” hacia nuestra ciudad. Quienes están familiarizados con la Comarca Lagunera, saben que el paso a desnivel que menciono se encuentra ubicado en el boulevard Miguel Alemán, que es la principal arteria entre Gómez Palacio y Torreón. Y fueron muchos los desprevenidos quienes efectivamente recogieron a la señorita Garibay y cruzaron los puentes sobre el Nazas para llevarla a donde pedía ser llevada.

En este punto, surgen dos versiones diferentes. Primero, que la señorita simplemente desaparecía mientras cruzaban el puente de ingreso a Torreón, un vistazo por el espejo retrovisor mostraba que ya no había nadie ocupando el asiento trasero de los coches. Esto le pasó a mucha gente conocida, y a mí en particular me lo platicó mi tío político Ezequiel Acevedo, a quien le sucedió así.

Otros, en cambio, llevaban a la señorita hasta su casa, y a la hora de abrirle la portezuela del coche, simplemente ya no estaba. Lo curioso es que la residencia a la que pedía ser llevada era efectivamente, la casa de sus parientes. Se dice que incluso en alguna ocasión, dejó algún recado escrito de su puño y letra.

Y como éste, hay muchos otros casos de convivencia entre vivos y los mal llamados “muertos”, que parecen también estar muy vivos, aunque quizá en una forma diferente

Estos relatos nos demuestran que el ámbito de las leyendas regionales resulta del mayor interés para los estudios de mentalidad. Muchas de estas leyendas tienen su origen en acontecimientos inexplicables ocurridos a personas bien conocidas en su comunidad. Por la evidente sobrenaturalidad con que las sociedades perciben estos acontecimientos extraños, y porque la comunidad no los puede explicar de otra manera, se les dota de intencionalidad. Son signos, son presagios, son comunicaciones del mundo de los espíritus que ocurren para corregir una conducta y dejar una enseñanza.

Un caso como el descrito que involucra a un “súcubo”, un demonio con apariencia de mujer, es el que le sucedió en los años treinta al joven Julián Moreno Camacho, quien a sus 18 años era muy trabajador, “bailador empedernido” y “muy amiguero”. Agraciado y muy afortunado con las jóvenes, todos los fines de semana los dedicaba a bailar, y si había manera, también bailaba entre semana.

En cierta ocasión, un sábado, sin haber bailes a la vista, Julián se fue a platicar a las vías del tren que va hacia Durango, con uno de sus muchos amigos. A lo lejos, como procedente del Cañón del Huarache, se oía música como de baile. Avanzaron hacia ese punto por la vía del tren, y al poco rato se encontraron con una mujer vestida de blanco, cubierta su cabeza por una mantilla de encaje.

Julián alcanzó corriendo a la dama, quien, al ser interrogada por su destino, dijo que iba a un baile, pero que no sabía el lugar exacto. Ambos siguieron caminando en dirección de la música, y de pronto la misteriosa dama le propuso al joven apartarse del lugar para dedicarse a “otro tipo de entretenimiento” mucho más íntimo.

Julián, que amaba el baile con pasión, le dijo que primero se fueran a bailar, lo cual hicieron hasta que acabó la fiesta y salieron ellos al último. Se dirigieron a despoblado, donde ahora está la colonia Guadalupe. En un momento dado, Julián tomó a la dama por la cintura, y notó lo frío de su cuerpo, y su extrema delgadez. Ella seguía incitándolo.

Finalmente, Julián la recostó contra las piedras de un cerro y levantó su velo, para besarla. Con indecible horror, el joven encontró, no la hermosa cara de una mujer, sino la cabeza yerta de un caballo. Presa del más profundo pánico, corrió como loco hasta llegar a la calle primera de La Constancia.

La enseñanza del suceso es bastante clara, de acuerdo a la moralidad urbana o semi-rural de los años treintas en Torreón: el apego desordenado a “los placeres” abre las puertas a lo sobrenatural, que se manifiesta para “escarmentar” al “pecador”.

¿Cómo sabemos que ésta fue la interpretación que se le dio al suceso? Pues porque el relato concluye diciendo que este joven “juró que jamás volvería a andar de bailador y enamorado”.

Y para mayor seña biográfica, el relato indica que “El señor Moreno se fue a trabajar al Paso, Texas, hace muchos años, allá se casó con María y actualmente reside en aquella ciudad en compañía de ella, su hija y tres nietos”.

La relación de este caso se encuentra depositada en el Archivo del Centro de Investigaciones Históricas de la UIA-Torreón, Fondo María del Carmen Gómez de Cedillo, caja 7, carpeta 24, expediente 6, documento 4, en dos fojas.


viernes, octubre 28, 2011

Cuentos de Halloween: las niñas


Corrían los años del Porfiriato cuando la pujante Villa de Torreón se convertía en un polo de desarrollo económico de primera magnitud. En 1906, cuando faltaba apenas un año de ser convertida en ciudad, su crecimiento resultaba impresionante.

La economía agroindustrial de la Villa del Torreón se sustentaba en las fábricas urbanas (hilados, tejidos, jabón, metales refinados, guayule, refrescos, etc.) y en la producción agropecuaria suburbana (algodón, vid, ganado de engorda).

En el área rural Lagunera, la producción del algodón era la actividad principal de los diversos ranchos y haciendas. Entre ellas destacaba la Hacienda de la Concepción, y sus diversos ranchos. Mayordomos y peones de vieja cepa lagunera gastaban cotidianamente sus vidas en la producción de la fibra.

Las hermanitas Ana y Aurora Esparza Barrientos fueron hijas del matrimonio formado por Hilario Esparza y por doña Refugio Barrientos, vecinos de “Albia”, rancho de la Hacienda de La Concepción”, junto al Río Nazas, en la Comarca Lagunera de Coahuila.

Ana nació el día tres de diciembre de 1900, mientras que Aurora nació un 28 de diciembre, probablemente de 1901. Al parecer una enfermedad segó la vida de ambas niñas, ya que Ana murió el 7 de marzo de 1906, a los seis años de edad, y Aurora murió menos de dos meses después, con cinco años de edad.

Don Hilario Esparza, padre de las niñas, llegó a ser un hombre muy conocido en la región, gracias a su mentalidad empresarial, que le permitió invertir su trabajo y multiplicar los frutos de una manera prodigiosa.

Con el tiempo, su hijo Hilario Esparza Barrientos, o simplemente Hilario Esparza Jr. se convirtió en una persona tan conocida como estimada por la sociedad lagunera, siendo un rasgo suyo la generosidad y el desprendimiento de los bienes materiales. Fue benefactor de muchas obras de importancia social en la Comarca Lagunera. Murió sin descendencia.

Sin embargo, y por extraño que parezca, las protagonistas de esta historia son las niñas difuntas. Muchos años después de su muerte, la lápida que cubría su tumba fue donada por un pariente al Centro de Investigaciones Históricas de la UIA-Laguna. Cuando en la capilla universitaria se celebra la misa de Todos los Santos, sus nombres son recordados para eterno descanso.

No obstante, estas “niñas” son vistas, de vez en cuando, en ciertos lugares del campus universitario. Se dedican a hacer “travesuras” en el Centro de Investigaciones Históricas, o bien, abren los grifos de los lavabos u oprimen los botones de los seguros de los baños de damas del Auditorio San Ignacio, contiguo al mencionado Centro. En algunas ocasiones, las señoras y señoritas de intendencia que realizan el aseo de los baños de damas, las han visto corporalmente, cubiertas hasta los pies por sencillos vestidos porfirianos, muy contentas, aunque con la extraña característica de que parecen flotar y desplazarse sin tocar el suelo.

Otras veces, preferentemente por la noche, se dedican a encender y apagar las luces interiores de edificios y aulas que están perfectamente cerrados con llave. Para ellas es un juego intemporal, una manera divertida de interactuar con los vivos.

Años de actividad profesional en las oficinas del Archivo y Centro de Investigaciones Históricas nos han convencido de que los fenómenos que llamamos paranormales, existen. Si son naturales o sobrenaturales, no lo sabemos. Solamente nos consta que estos fenómenos salen de aquello que denominamos “normalidad”.

¿Cuál es el vínculo que liga el alma y la voluntad de seres del pasado con objetos, con documentos que subsisten en el presente? ¿Por qué los archivos que albergan documentos escritos hace siglos, son escenario frecuente de este tipo de fenómenos? ¿Por qué resulta hasta común sentir presencias, o percibir extraños fenómenos visuales y auditivos en dichos lugares? Si usted lo sabe, díganoslo…

domingo, octubre 23, 2011

Tesoros y brujas



El tesoro del Colegio Modelo. Entre los relatos que gozan de mayor favor de parte del público lector, se encuentran aquellos que tratan de fantasmas, o de tesoros. Siempre existe cierta fascinación por lo sobrenatural, por la supervivencia del alma y sus comunicaciones desde “el más allá”, y también por los golpes de fortuna que ponen en nuestras manos, riquezas inesperadas.

Una de las narraciones más dignas de crédito referentes a tesoros desenterrados, es la que que data de 1928. Se trata de un “entierro” de sesenta mil pesos en monedas de oro, el cual fue encontrado en el entonces Colegio Modelo, ubicado en la calle falcón número 221.

Este tesoro, según los relatos de 1928, tenía su origen en el entierro que de las monedas de oro que en 1914, tuvo que hacer un pagador del ejército federal, debido a la toma de Torreón por Francisco Villa. El sitio que ocupaba el colegio en 1928, había sido, en 1914, un edificio de dependencias de las fuerzas federales acantonadas en Torreón.

El pagador, temeroso de que el oro cayera en manos villistas, prefirió enterrarlo y huir con las tropas que abandonaban Torreón, y al parecer, nunca volvió. Solamente pudo levantar un croquis del edificio, marcando el sitio donde el dinero estaba escondido. Se cree que este pagador pertenecía a las fuerzas del general Velasco.

Las personas que encontraron el tesoro, fueron la señora Josefina Sánchez de Zambrano, directora del Colegio Modelo, y su esposo, el señor Abraham Zambrano. Estas personas, de alguna manera se hicieron del plano del pagador, y de manera sistemática comenzaron a horadar el piso del colegio, bajo el pretexto de mejoras materiales. Después de largo tiempo y muchas excavaciones, en un pasillo junto a un baño, encontraron un pequeño cofre, el cual contenía las monedas de oro.

Según el relato, la directora del colegio y su esposo encontraron el tesoro hacia finales de noviembre de 1927, y poco después cambiaron su residencia a Los Ángeles, California. Se decía por entonces que el matrimonio había cambiado una cuantiosa cantidad de dinero mexicano por dólares, y que adquirió una magnífica residencia en aquella ciudad californiana.

Otro tesoro: el del rastro de Mapimí. El 5 de enero de 1935, un diario local informaba sobre el hallazgo de un tesoro encontrado en el rastro de Mapimí. Al entierro, el diario lo calificaba de “fabuloso” y se afirmaba que un reportero de dicho diario había tenido acceso a la información sobre este acontecimiento, de primera mano.

Según ese relato, un albañil que se encontraba trabajando bajo uno de los pisos del lugar, fue quien encontró una “fantástica” suma de dinero en monedas de oro. Ante la dificultad de transportar el tesoro fuera de ahí, acudió por ayuda de dos amigos, uno de ellos un funcionario público. Con esta ayuda, la carga áurea pudo ser escondida en otro lugar, evitando así dar cuentas ni porcentaje alguno a las autoridades correspondientes.

Los afortunados condueños de este descubrimiento rápidamente se ausentaron de Mapimí. Originalmente se pensaba que las monedas encontradas eran escudos de oro de la era colonial, pero posteriormente se mencionó que se trataba de “aztecas”.

Estas monedas, con un valor nominal de veinte pesos oro, comenzaron a ser acuñadas en 1905. Lo más probable es que este “entierro” se haya realizado durante los años de la revolución.

Quema de bruja en Congregación Hidalgo. A continuación transcribo una nota de “La Idea” “revista quincenal de literatura, artes, ciencias, agricultura, industria y comercio”, de Villa Lerdo, Durango. Corresponde al 15 de junio de 1892, y es de interés para los torreonenses porque “La Congregación del Torreón” entonces se ubicaba en el municipio de Matamoros de La Laguna. No fue sino hasta meses después, el 24 de febrero de 1893, que fue creada la municipalidad de la Villa del Torreón.

Se trata del intento de dar muerte a una anciana bajo la sospecha de ser bruja y de tener hechizada a una señora. El texto de la noticia tiene el marcado sabor de los años ochocientos, y es casi de un solo párrafo. Es decir, a diferencia de los modernos textos periodísticos, carece de frases cortas. He aquí el texto:

“¡Bárbaros! A mediados de mayo último, dos salvajes de la Congregación de Hidalgo (Matamoros de La Laguna) llamados Librado y Francisco, ambos Rodríguez, con pretexto de que una pobre vieja de nombre Petra Rodríguez tenía embrujada a la madre del primero, la secuestraron y después de tenerla varios días encerrada, la llevaron al monte donde la golpearon atrozmente y por último la pusieron atada sobre un montón de leña a la que le prendieron fuego, y solo consintieron en quitarla de él cuando prometió desembrujar a la estúpida que se decía embrujada, pero no sin haber sufrido fuertes quemaduras, las que unidas a los fuertes golpes que antes le dieron, la dejaron en tan lamentable estado que según la opinión facultativa, le originarán la muerte. Los salvajes huyeron y hasta la fecha aún no han sido aprehendidos por la autoridad que tomó conocimiento del delito y que los persigue activamente”.

Otro caso de quema de brujas. Por otros reportes similares que he podido localizar, pareciera que la costumbre de quemar “brujas” estaba muy extendida durante el último tercio del siglo XIX en México.

En un caso bastante sonado, descrito en el New York Times del 25 de mayo de 1874, un tal señor Castilla, alcalde de un lugar llamado Jacobo, reportó de manera oficial al Prefecto de su distrito, que el 4 de abril de 1874, arrestó, enjuició y quemó vivos a José María Bonilla y a su esposa Diega, bajo acusación de hechicería. Supuestamente se les había probado que habían embrujado a un tal Silvestre Zacarías.

Un día antes de la ejecución, el ciudadano Parrás, a manera de prueba final, hizo que Zacarías bebiera tres sorbos de agua bendita, con el resultado de que éste vomitó fragmentos de una colcha y montones de cabello.

El alcalde afirmaba que la gente del lugar estaba ya verdaderamente exasperada a causa de los hechiceros, y pedía que fueran quemados. La sentencia se llevó a cabo con su aprobación, y afirmaba más aún, que le tenía el ojo puesto en otros hechiceros, de quienes se quejaban los ciudadanos.

El Diario Oficial de esta ciudad confirmó el reporte, y afirmó que varias familias de la localidad desde entonces habían presionado al alcalde, para que mandara quemar a otra anciana y a su hijo, por la misma razón.

sábado, octubre 22, 2011

Tres años del Museo del Algodón




El martes 21 de octubre del 2008, es decir, ayer viernes hizo tres años, y siendo las seis y media de la tarde, el alcalde de Torreón, Lic. José Ángel Pérez Hernández, inauguró el “Museo del Algodón”. Este interesante museo se encuentra situado en lo que fuera el casco de la Hacienda del Torreón, en el antiguo barrio de “La Alianza”. Anteriormente se encontraba ubicado un museo de sitio llamado “del Torreoncito”.

Con objetos reales, imágenes fijas y en movimiento, textos, espacios, colores, ritmos, texturas, y en general, con todos los recursos de la comunicación, el museo ofrece una visión de la Comarca Lagunera que se remonta a finales del siglo XVI. Es decir, pone la producción y el beneficio del algodón de los siglos XIX y XX en perspectiva, en contexto histórico. Los procesos económicos que ha vivido nuestra comarca en más de 400 años se hacen evidentes y cobran sentido.

Aunque lleva el nombre de Museo del Algodón, también podría decirse que este es el museo del lagunero, de su identidad, de sus recursos, de la tierra, del agua. Sin duda alguna, nos hace conscientes de quienes hemos sido, quiénes somos y quiénes seremos. Un museo como éste, nunca estará de más. Siempre enriquecerá nuestro bagaje cultural e identitario.

miércoles, octubre 19, 2011

Carta Abierta




De un tiempo acá, un grupito de porros (no se me ocurre llamarlos de otra manera, en vista de sus reprobables actos) han estado tratando de crear una opinión pública adversa a este Cronista Oficial. Puesto que no pueden hacerlo de una manera frontal, transparente y académica, tratan de hacerlo con base en el chismorreo, golpes bajos en lo oscurito y guerra sucia. Es claro que la figura legal del Cronista les estorba para sus más que cuestionables fines.

Uno de ellos en particular, el señor Augusto Peña, se ha dedicado de manera febril a tratar de desacreditar a este Cronista mediante la escritura de libelos. ¿Por qué libelos? Pues porque al señor Peña no le motiva la búsqueda de la verdad, sino mi propio descrédito. En efecto, todo se le va en insultar, en adjetivar de una manera vulgar y ya no digo poco académica, sino poco digna. Con su lenguaje agresivo y difamatorio, solamente él se pone en mal. Nadie ha respondido a mi público llamado (a través de los diarios) a debate académico ante los medios, y él menos que nadie. Así que para soltar su veneno ha buscado espacios editoriales en Torreón o en Saltillo.

Por supuesto que este señor nunca dio a conocer la carta que le envié el día 1 de agosto del año en curso, en que de la manera más amable y civilizada aclaro sus dudas en torno al punto que tanto parece afectarle, la omisión que de los colonizadores tlaxcaltecas hizo el Festival de las Etnias, o la existencia de un racismo antichino en México. Aunque yo no conocía a este señor más que de vista, en la carta lo tuteo porque él antes se tomó esa libertad conmigo. Dice a la letra:

“Augusto: Este es el primer mensaje del que tengo conocimiento, y seguramente será el último que escribiste, pues apenas comienzo a revisar mi correo tras las vacaciones.

La verdad, yo no sé de dónde sacas que soy racista, si mi posición es exactamente la contraria. Precisamente por eso escribo contra el racismo, y no desde el racismo. No creo en razas, ni en ninguna otra cosa que divida a los humanos de su común fraternidad. De este mi criterio unificador, hay multitud de escritos en mi blog que se encuentra en línea en www.cronicadetorreon.blogspot.com Te invito a leerlos.

Si el problema es el llamado ‘Festival de las Etnias’, pues debo decirte que era un festival muy bonito y aleccionador, pero no incluía a la etnia tlaxcalteca, que fue fundamental para forjar la Comarca Lagunera, que tanto le debe. Sus logros, sus hazañas no eran recordados, a pesar de que Eduardo Guerra los mencionaba desde los años 30 del siglo XX. Para mi sensibilidad de mexicano (te comento que tengo un 95% de ascendientes españoles) esa exclusión era discriminatoria. No pongo reparos en lo bueno que se hizo con esos festivales, sino solamente en esa omisión tan lamentable y tan cara a nuestra historia regional y nacional.

Me parece muy poco prudente tu posición. No me conoces, y me estás atribuyendo cosas que otros te han dicho, cosas que nunca se me hubiera ocurrido siquiera imaginar. Yo creo que deberías de poner mucho más cuidado en las personas a las que les concedes credibilidad, y que solamente te están manipulando. Porque, efectivamente, no me conoces personalmente, y me estás atribuyendo cosas, puntos de vista o interpretaciones que no has escuchado de mí. Lo que escribo tiene perfecto fundamento histórico y por ello cito las fuentes. ¿Yo racista? Ni racista, ni clasista, ni partidista. Los ‘ismos’ no van conmigo. Creo en el trabajo serio. Ningún compadre ni comadre, ni partido político me ha conseguido mis puestos, solamente mi trabajo. No le debo nada a nadie. Y esto, créeme, irrita a muchos, o a muchas.

Por lo demás, no estoy propulsando movimiento alguno, ni me interesa. Por la misma razón, no me interesa debate alguno. Eso sí sería engordarle el caldo a otros. Si piensan mal de mí, pues que lo hagan. Espero que tengan razones de peso para hacerlo, y no que vaya a resultar que eran simples ‘veletas’ que se dejaron llevar por los ‘vientos’ del chisme”.

Mi buen amigo y patrocinador editorial, Federico Sáenz Negrete, que fuera uno de los grandes propulsores del Festival de las Etnias, reconoció esa omisión por ignorancia en su carta del 2 de agosto, en la que dice a la letra:

“Yo fui un factor importante a convocatoria de Sonia Salum pues además de dirigir el espectaculo mayor durante los mejores dos años del festival, escribi junto a Paco Amparan el guion y le di el sentido historico. En ese entonces no tenia yo los conocimientos que ahora tengo, estamos hablando de 1994 1995. Pasarian 10 años para adquirir mi mayoria de edad historica al leer tanto el constructo como el de vitivinicultura en Parras. Realmente no le puedes pedir peras al olmo. Si yo, que era el que mas sabía y por eso escribí el guión, no conocía el asunto tlaxcalteca, pues, con todo respeto a los demás y sus innegables talentos, pues peor”.

Entonces ¿le molesta al señor Peña que se vayan haciendo progresos en el conocimiento de la historia regional? O bien, ¿para quién trabaja?, ¿con qué propósito?

Yo conozco bien la respuesta, pues el mismo señor Peña me la dijo en carta del 16 de agosto:

“la historia de Torreón y de quienes habitamos aquí tiene que ser revisada por UN CONSEJO DE LA CRONICA. y... EL QUE USTED HAYA ESCRITO 24 O DOSCIENTOS LIBROS NO CUENTA PARA NADA. Para mi ese curriculum y seis pesos me sirve solo para comprar una pepsi en el OXXO”.

martes, octubre 11, 2011

Selecciones Brasil - México, en Torreón



A escasas dos horas del juego de las selecciones nacionales de Brasil y México en Torreón, la ciudad se encuentra deseosa de ver un espectáculo que le haga olvidarse de las malas noticias. A pesar de que la ciudad sufrió su dosis de violencia cotidiana el día de hoy, los ánimos de los laguneros se enfocan hacia el juego de excepción que se llevará a cabo en el Territorio Santos Modelo.

Desde ayer, se nota un ánimo diferente al usual. Tuve la oportunidad de conocer personalmente al silbante Marco Antonio Rodríguez “Chiquimarco”, en un restaurante en el que anoche coincidimos. Algunas jovencitas, y no tan jovencitas, con bastante entusiasmo le pedían tomarse fotografías con él. Se portó muy gentil y caballeroso con ellas. Estaban presentes algunos otros abanderados. Se sentía un buen ambiente.

Hoy por la mañana, La Comarca amaneció nublada y con llovizna ligera, en lo que parecía ser un día de temporal de otoño. Sin embargo, al mediodía surgió el sol brillante, solo oculto a ratos por nubes muy blancas y no muy amenazadoras. Sin duda habrá un anochecer fresco, y posiblemente hasta lluvioso, a la hora del juego.

Con los equipos nacionales, vienen las grandes estrellas del fútbol brasilero y mexicano. Veremos por aquí al “Chicharito” Hernández, fulgurante estrella del Manchester United, y su contraparte brasileña, Neymar. El arquero de nuestro equipo local, Santos-Laguna, Osvaldo Sánchez, estará en la portería de la selección mexicana.

Actualización.-

Aunque el TSM estuvo muy concurrido, prácticamente con un lleno total, el espectáculo futbolístico dejó mucho que desear. A final de cuentas, Brasil se impuso con un marcador 2-1.

viernes, octubre 07, 2011

Una carta del público lector




El día de hoy, en la sección “Escríbanos” de Milenio Diario, leí con agrado una carta abierta del señor Mario Alberto Rodríguez González, a quien no tengo el gusto de conocer. Esta carta va dirigida a la comunidad torreonense en particular, y a la lagunera en general. En ella, su autor vierte su punto de vista sobre el ya tan traído “consejo de la crónica”.

La transcribo a la letra, a la vez que agradezco la lúcida y franca aportación del señor Rodríguez González.

“Consejo de la crónica

Por varias semanas hemos leído en nuestro periódico Milenio Laguna, una nota de como un grupo de personajes políticos y sociales hablan y comentan sobre un Consejo de la Crónica, siendo que al mismo tiempo leemos con agrado las aportaciones interesantísimas y valiosas del único cronista oficial y vitalicio de Torreón. Hoy confirmamos que dicho consejo, si existiera debe estar presidido por el propio cronista mencionado, por lo que la guerra sucia contra nuestro cronista Sergio Antonio Corona Páez ya debe de suspenderse. La cultura no es campo de batalla ni debe de serlo, la unión entre estos personajes es esencial. Si llegan a constituir el Consejo de la Crónica sería muy importante y valioso para toda la Región Laguna de Coahuila y de Durango y por ende para México. Dejar a un lado los pleitos por cargos y que busquen el bienestar de nuestro municipio, es tiempo que los políticos piensen en hacer algo bueno por Torreón. El día que nuestros gobernantes de verdad quieran a Torreón ese día se va a llegar a enriquecer nuestras históricas raíces, lo que sería lo mejor para la región. Para poder hablar bien de Torreón primero se deben hacer cosas buenas para que los ciudadanos lo veamos con buenos ojos y así que se hable bien de nuestra ciudad.

Ya tenemos cronista vitalicio y con el debemos seguir adelante recordando e informando sobre nuestras raíces más profundas bien explicadas por el actual cronista oficial Dr. Sergio Antonio Corona Páez unánimemente nombrado por el ayuntamiento en su momento.

Mario Alberto Rodríguez González”.

Enlace al texto en línea:

http://impreso.milenio.com/node/9039597

Don Félix Edmundo Corona de la Fuente

A los 25 años de edad


En sus 45 años de matrimonio


Nació en Monterrey, N.L. el 7 de octubre de 1911. Fueron sus padres don Félix Edmundo Corona Toledano, ingeniero de ferrocarriles, y doña María Antonia de la Fuente Treviño, distinguida señorita nacida en Monterrey.

Habiendo perdido a su madre a los 6 años de edad, destruido también el negocio familiar “El Siglo XX” de Monterrey (incendiado por los revolucionarios) Félix Edmundo, sus hermanos y su padre se mudaron a Saltillo, tierra de sus ancestros maternos. En efecto, entre ellos se encontraban el capitán Alberto del Canto, y otro capitán, Domingo de la Fuente. O bien, viticultores como don Juan González de Paredes, o don Andrés de la Fuente Flores, su bisabuelo.

Por algún tiempo, su familia se hospedó en el chalet del ingeniero Garbett. Ahí adquirió un particular gusto por los “bisquets”, y fue desde ese chalet que contempló, atemorizado, el incendio del teatro García Carrillo en 1918. En Saltillo, Félix Edmundo asistió al Colegio Roberts (metodista) cuando ocupaba su local en la avenida Victoria, y posteriormente, cuando se cambió al edificio de ladrillo de estilo Georgiano que se encuentra frente a la alameda de aquella ciudad.

También fue alumno del Ateneo Fuente y pasó un tiempo en la escuela Narro. Finalmente, decidió apoyar económicamente a su padre y hermanos, e ingresó en 1928 a la Compañía Constructora Latino Americana, S.A. y la firma de “Ingenieros y Contratistas “Martin” S.A. de Saltillo, las cuales desarrollaban trabajos en la compañía petrolera inglesa “El Águila”, particularmente en la pavimentación de la refinería de Azcapotzalco, en la ciudad de México. Otra gran obra fue la de la construcción de la carretera México-Laredo, por la Sierra Madre Oriental.

Fue con los ingenieros ingleses que aprendió todos los secretos de la pavimentación asfáltica. Estos ingenieros habían depositado en Félix Edmundo una gran confianza, en vista de su integridad moral y profesional, y de su capacidad de aprendizaje. En poco tiempo, aquél joven regiomontano tenía a su cargo una cuadrilla entera de recios trabajadores ex cristeros.

A mediados de los años treinta, Félix Edmundo vino a Torreón por motivos profesionales. Fue aquí que conoció a la que sería su esposa, la señorita María Concepción Páez Martínez, originaria de la ciudad de San Luis Potosí. Como a muchos otros inmigrantes de la época, la oportunidad de prosperar en la Comarca Lagunera atrajo a la familia Páez Martínez. Las tierras familiares se habían perdido, o estaban en proceso de perderse (en la hacienda de Las Tuzas, jurisdicción de Alaquines, S.L.P.) así que había que comenzar de nuevo.

Durante los años cuarenta, Félix Edmundo prestó sus servicios profesionales en la Junta de Mejoras Materiales de Torreón.

Con la Constructora del Norte, S.A. de C.V., Félix Edmundo trabajó en la pavimentación de la tercera zona de la ciudad de Torreón, así como en la construcción de las carreteras San Pedro-Saltillo, Piedras Negras-Allende, Torreón-Matamoros, Coahuila, Gómez Palacio-Bermejillo.

Con la “Constructora Mexicana” de Monclova, Félix Edmundo intervino en la costrucción de las carreteras Camargo - La Perla (100 kms.); Monclova – Monterrey (100 kms.), construcción de los puentes de la carretera a Monterrey; pavimentación de la ciudad de Monclova; camino Monclova – Torreón; camino Candela – Estación Candela; pavimentación de las poblaciones de San Buenaventura, Allende y Piedras Negras, en Coahuila.

Posteriormente, Félix Edmundo se dedicó a trabajar de manera independiente en Torreón, con su compañía de pavimentaciones.

Su aporte a la adaptación de la pavimentación asfáltica a las condiciones de Torreón, así como a la innovación tecnológica en este campo, no fue pequeño. Un buen testimonio de esta realidad aparece en su artículo sobre innovación tecnológica en la pavimentación de la colonia Estrella de Torreón, el cual fue publicado en la revista “Ingeniería Internacional Construcción. Una revista internacional de la Reuben H. Donnelly Corporation”, número de febrero de 1966, p. 42.

En su feliz y longevo matrimonio con doña María Concepción Páez Martínez, procreó cinco hijos e hijas: Enrique Edmundo, Félix Edmundo, Elba Olimpia, Sergio Antonio (este cronista) y María Concepción Gabriela.

Quienes le trataron personal o profesionalmente, recuerdan a don Félix, mi padre, como el hombre más moralmente íntegro y honrado que jamás conocieron. El más respetuoso de la integridad física de los seres vivos. Don Félix Edmundo Corona de la Fuente murió tranquilamente, el 30 de abril de 1999. El día de hoy cumpliría su centésimo aniversario. Esta nota es un pequeño recuerdo que le dedicamos mi madre que le sobrevive, sus hijos, nietos y bisnietos.

miércoles, octubre 05, 2011

Laguneros muertos o raptados por los indios




En la Comarca Lagunera de la era de Zuloaga, los desmanes y tropelías de los indios bárbaros eran tema de conversación cotidiana. A un año de haber sido adquirida por el señor Zuloaga y por Juan Ignacio Jiménez, la antigua Hacienda de San Lorenzo de la Laguna contaba con ranchos poblados, cuyos viejos habitantes habían trabajado para los Valdivieso (Condes de San Pedro y marqueses de Aguayo) y para los Sánchez Navarro.

Se trataba de grandes extensiones con un bajísimo índice de población por kilómetro cuadrado. De acuerdo al Censo del Partido de Parras de 1825, la enorme Hacienda de San Lorenzo de la Laguna contaba apenas con 192 habitantes. Realmente los centros más poblados del suroeste de Coahuila en dicho año eran el pueblo del Álamo (Viesca) con 2,146 habitantes; la Hacienda de Hornos, con 2,110; mientras que la región de Parras contaba con 15, 074.

Los indios agresores evitaban los pueblos y procuraban atacar los ranchos, donde había ganado y pocos hombres, o bien, las rutas comerciales por donde transitaban arrieros y recuas con mercancía.

Un ejemplo de la situación anterior nos lo brinda el periódico “El Universal” en su edición del sábado 3 de marzo de 1849, página 4. En este artículo, “El Heraldo” transcribe otro que apareció el 17 de febrero de dicho año en “El Heraldo de Saltillo”, en el cual se menciona que estos asuntos eran motivo de honda preocupación para los miembros del Congreso y para el Ejecutivo del Estado. En una sesión extraordinaria presidida por el señor de la Fuente, se leyó una carta que causó conmoción, porque revelaba la falta de protección del gobierno de Coahuila hacia la ciudadanía agredida:

“Parras. 10 de febrero de 1849. A las cinco de la tarde de hoy, vino parte de que los bárbaros llegaron a las labores del Alamito, y se llevaron dos criaturas, dando muerte a un hombre; que la indiada, en número considerable, se dirigió al Rancho del Coyote, y que dieron muerte a doce personas que iban acompañando a unos novios al Real de Mapimí, llevándose a la novia.

Al acabar de leer estas desgracias, llegó otro estraordinario de San Nicolás de los Mairanes, con la noticia de que el día de ayer salieron como quince hombres a recoger unas vacas, y muy cerca de las casas dieron muerte los salvages a Antonio Argil, que destiné a caporal en lugar de Serapio (asesinado también por los bárbaros pocos días antes) y otros cinco hombres, de los cuales solo tres (entendemos cadáveres) se han podido recoger. Por rareza sale bien uno que otro atajo de mulas de los que transitan con dulces por estos caminos. Hace siete días que se llevaron uno de cincuenta mulas, cuyos arrieros están en esta plaza sin recursos para levantar su carga. Demetrio Chávez perdió también el suyo como de veinte mulas”.

Familias Centenarias de Torreón: los Herrera Cabrales

Rancho de La Loma, Durango.


Hacienda y rancho de La Concepción


En el “Padrón General de los Habitantes del Pueblo del Alamo de Parras y su comprensión”, practicado en 1848, encontramos el Rancho de la Concepción, ahora jurisdicción de la ciudad y municipio de Torreón, Coahuila. De acuerdo al Padrón, entre muchas otras de este rancho, se encontraba la casa de la familia Herrera, formada por Pablo Herrera, viudo, de 67 años de edad; su hijo Manuel Herrera, de 32 años de edad, casado con Eugenia Cabrales, de 22 años de edad. Este matrimonio tenía un hijo párvulo, Natividad Herrera Cabrales, de 3 años de edad.

En 1848, la parroquia más cercana al Rancho de La Concepción, ubicado en la margen derecha del Nazas, era la de Santiago de Mapimí. Los habitantes de La Concepción se dirigían a Mapimí para recibir los sacramentos, particularmente cuando se trataba de bautismos o matrimonios.

Precisamente en el archivo parroquial de la iglesia de Santiago de Mapimí, localizamos el acta de matrimonio de Manuel Herrera y de Eugenia Cabrales. El enlace se había efectuado en 1844, cuatro años antes de levantarse el padrón. El novio había nacido en 1814 en la Hacienda de La Loma, jurisdicción del antiguo pueblo de San Juan de Casta, fundado por los misioneros jesuitas a finales del siglo XVI, y parte integral de la Comarca Lagunera.

La novia también nació en la Hacienda de La Loma, en 1822, y ambos eran residentes de esa hacienda en 1844.

Cuatro años después los encontramos como vecinos de la Hacienda de La Concepción.

Los ascendientes de los novios eran viejos laguneros de la era virreinal, de San José y Santiago del Álamo (Viesca). Al estudiar sus ires y venires familiares, podemos comprobar que en la Comarca Lagunera virreinal existía una forma de “nomadismo urbano”, por el cual, las familias se trasladaban de manera más o menos cíclica, a los lugares de la Comarca Lagunera que ofrecían trabajo o ingresos.

Examinemos los documentos y linajes:

Al margen “Manuel Herrera con María Eufemia Cabrales. Se C. y V.”. Al centro” En el año del S[eñ]or de mil ochocientos cuarenta y cuatro, en sinco de Oct[u]bre, hechas las tres canónicas moniciones que fueron, la primera domingo quince de Sep[tie]mbre, la segunda domingo veinte y dos y la tercera domingo veinte y nueve del mismo ppo. Sep[tie]mbre, y no habiendo resultado ningún impedim[en]to, instruídos en la Doctrina Crist[ian]a, y preparados con los santos sacramentos de confesión y comunión, yo el C[ur]a B[achille]r Mar[ia]no Fuentes de Sierra, cura prop[ietari]o, Vic[ari]o y Juez Ec[lesiásti]co de Mapimí, por palabras de presente, desposé y velé y dí las bendiciones nupciales al c[iudadan]o Man[ue]l Herrera, solt[er]o, de treinta años de edad, orig[inari]o y resid[en]te en la Hacienda de la Loma, hijo de los CC[iudadanos] J[os]e Pablo Herrera, que vive, y de Ma. Antonia Camacho, difunta, legítimamente casados; con la c[iudadana] Ma. Eufemia Cabrales, solt[er]a, de veinte y dos años de edad, orig[inari]a y resid[en]te en d[ic]ha hac[ien]da de La Loma, hija de los CC[iudadanos] J[ua]n J[os]e Cabrales, difunto, y de Clara Moreno, que vive, legítimamente casados, habiendo antes preguntado y obtenido de ambos su mutuo consentim[ien]to, guardando en todo el rito de N[uestra] S[anta] M[adre] Y[glesia], siendo testigos al auto de su desposorio los CC[iudadanos] Lugardo Ortega, J[ua]n Roxas y otras varias personas que se hallaban presentes, y por que conste, lo firmé. Mariano Fuentes de Sierra”.

Genealogía:

Los novios casaron en Mapimí, el 5 de octubre de 1844.

Manuel Herrera Camacho, el novio: Nació en 1814, en la Hacienda de la Loma, Durango, en donde residía al tiempo de su matrimonio.

Manuel era hijo legítimo de José Pablo Herrera, y de María Antonia Camacho.

María Eufemia Cabrales Moreno, la novia, nació en 1822 en la Hacienda de la Loma. Ella era hija legítima de Juan José Cabrales y de Clara Moreno Perales, casados el 14 de julio de 1803 en Álamo de Parras (Viesca). Clara Moreno Perales era originaria de San Francisco de los Patos (General Cepeda, Coahuila) e hija legítima de José Martir Moreno Anguiano y de María Perales Padilla, también del Álamo de Parras.

Los padres de José Mártir Moreno fueron José Esteban Moreno y Josefa Anguiano, quienes residían en la jurisdicción de Patos (General Cepeda) en 1757. Los padres de María Perales lo fueron José Perales y María Rafaela Padilla.




domingo, octubre 02, 2011

43 años de impunidad



Hoy se cumplen 43 años desde aquel 2 de octubre de 1968, día aciago, mancha negra en la historia de las instituciones políticas mexicanas. En efecto, el Estado surgido de La Revolución ordenó un acto represivo sin precedentes, en contra del pueblo que se manifestaba por sus derechos de libre expresión, pueblo que se asumió como actor político activo en la construcción de la vida nacional.

La respuesta gubernamental ante el “atrevimiento” fue aplastante, intolerante, sangrienta, la recordamos todos los mexicanos. No hay manera de describir las pérdidas que ese 2 de octubre sufrió nuestra nación, particularmente en términos de material humano y credibilidad política.

Los jóvenes estudiantes que se manifestaron en 1968 eran, antes que nada, jóvenes que creían en las instituciones políticas mexicanas, y en el respeto a sus garantías individuales. Su error de apreciación lo pagaron con la vida. Eran jóvenes alegres, llenos de vida, ávidos lectores y críticos. México perdió con ellos un enorme capital humano para su futuro.

¿Ya pagaron por su crimen los culpables? ¿Será posible que, a 43 años de distancia, estos hechos sigan impunes?


sábado, octubre 01, 2011

Un consejo sobre el "consejo"



El “Consejo de la Crónica”, donde existe, suele ser una corporación presidida siempre por el Cronista local. De hecho, sus integrantes se consideran asistentes del Cronista. Y dicho consejo se suele crear por el tamaño de la ciudad, como en el caso de la Ciudad de México, que posee muchos millones de habitantes repartidos en delegaciones que, por su superficie y densidad de población, son equiparables a ciudades.

Por otra parte, dichos consejos se constituyen siempre bajo la supervisión del Cronista. No existe cosa tal como un “Consejo de la Crónica” sin Cronista que lo presida, ni constituido al margen del mismo.

Si las autoridades de Torreón realmente desean crear un Consejo de la Crónica (cosa que dudo) debe ser con toda transparencia, sin opacidad, y siempre dándole su justo lugar como presidente de la naciente corporación al Cronista Oficial en Turno. El cual, debo recordarles, fue nombrado con toda transparencia por unanimidad, por todos los partidos políticos del ayuntamiento, de manera vitalicia, como consta en las Actas de Cabildo. Por lo demás, si el director del Archivo Municipal o cualquiera de sus allegados quieren sostener conmigo un debate académico en la radio o en la televisión, estoy a sus órdenes. Tengo mucho que decirles. Lástima que nunca me han invitado a sus apariciones mediáticas.

En cuanto al actual Reglamento de Cronistas, es obvio que le resulta “incómodo” a algunas personas, puesto que en su artículo III, inciso A, se declara que “El Cronista deberá ser miembro del Patronato del Archivo Municipal formando parte del Consejo de Asesores del mismo Archivo” en cumplimiento de sus funciones de “Protector del Patrimonio Histórico y Cultural de la ciudad” (Reglamento citado, Artículo I, inciso D).